AL TRASLUZ
Ser malo, estar malo
OTEGI ES MALO y está malo. Para escribir sobre su bronquitis nos viene muy bien el castellano, que diferencia entre ser y estar. Una tos de segunda le ha librado de comparecer en la Audiencia y de, posiblemente, ir a prisión.. Ibarretxe ha salido en defensa suya, por considerar que se trata de «un interlocutor». Es cierto, un interlocutor de ETA. Menos mal que estamos de acuerdo en algo. Y añade: «encarcelándolo no se arreglan las cosas». El presidente del PNV tiene una larga experiencia en convertir el eufemismo en canallada. Lo que el llama «las cosas» son los asesinatos de inocentes, esa larga lista que pesará como un fardo de hierro sobre la historia espiritual del País Vasco. Lo siento, pero creo que los pueblos deben tener sentimientos de culpa. Puedo aceptar que un asesino se libre de la cárcel, si el bien derivado de esta injusticia es mucho mayor... pero no que el borrón y cuenta nueva implique negar la existencia de una jerarquía superior de valores. Creamos en el perdón, pero sobre todo en la superioridad ética de quienes perdonan. Produce tristeza ver a hombres de rectitud incuestionable en la lucha contra el terrorismo, como son José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, enfrentados en batallas dialécticas, cuando los enemigos son otros. Otegi tiene la inexpresividad del mal más ramplón, pero no por ello menos peligroso. Tan duro él, y una tos lo deja en casa. El malo está malito. La bronquitis se le curará con jarabe; la maldad, no. Posiblemente, sueñe con salir un día en los sellos vascos. Y quizá lo consiga, también las sociedades caen enfermas.