Diario de León

DESDE LA CORTE

El bochorno de una mochila

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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A ESTE complicado país sólo le faltaba lo que hemos visto estos días: encontrarse metido en una discusión sobre la prueba fundamental que permitió identificar a los autores de la matanza del 11-M. Y algo peor: la perversa insinuación de que se ha manipulado esa prueba, en la maniobra de engañar a la nación, culpando a un grupo de islamistas, mientras se quitaba a ETA toda responsabilidad. En eso consiste, sucintamente, la penosa, confusa y alarmante historia de la mochila: la bolsa de deporte que un inspector de policía no identifica como la vista por él en la estación de El Pozo. Lo grave no fue que un periódico haya construido sobre ese dato una teoría sobre supuestos engaños de la investigación. Lo grave fue que el Partido Popular haya cogido esa bandera, quién sabe si en un intento subliminal de terminar teniendo la razón en la polémica inicial: todo lo que contribuya a resucitar las dudas sobre la autoría del atentado terminará por demostrar que no hubo intento de engañar a la opinión pública en aquellos aciagos días. Sólo así se entiende que Mariano Rajoy haya sentido un impulso irrefrenable no sólo de pedir explicaciones -que tiene todo el derecho e incluso el deber de hacerlo-, sino de apuntar una conclusión precipitada: «Esto pone en cuestión el sumario». Felizmen te, Rajoy es un hombre cabal, lleno de sentido común, y ayer dio por buenas las notas públicas de la Fiscalía de la Audiencia Nacional y la Dirección General de la Policía. Tal actitud le honra y le muestra como un hombre que no tiene inconveniente en aceptar las explicaciones. No se puede decir lo mismo del portavoz parlamentario de su partido, don Eduardo Zaplana, que todavía ayer -quizá por falta de contacto con el presidente de su partido- insistía en la perversión del argumento. Cuando aseguró que «cada día hay más dudas», volvía a atizar el fuego de la posible falsedad del sumario, que no ofrece ninguna duda sobre la autoría islamista, y no encuentra un solo indicio de la implicación de los terroristas de ETA. Ni uno. Esto es muy grave, insisto. Este país sufre alguna enfermedad cuando quienes aspiran a gobernar tienen un primer impulso de alentar o admitir sospechas sobre los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado; cuando dan más valor a la declaración de un inspector cabreado porque no le han dado una condecoración pensionada, que al trabajo de 24 meses de toda la policía y del juzgado; y cuando una línea de texto de esa declaración se considera más sustantiva que los 80.000 folios del sumario. Supongo que, tras la aceptación de explicaciones de Rajoy, el asunto se tranquil izará. Pero queda ahí como amarga lección de cómo funcionan algunos resortes políticos de este país.

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