Diario de León
Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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ANTES de que naciera la idea de propiedad, el planeta Tierra carecía de fronteras. Quienes se desplazaban entonces no eran inmigrantes ni emigrantes sino simples transeúntes o pueblos en busca de zonas más fértiles que las que abandonaban. Y a pesar de la inexistencia de alambradas, puestos aduaneros y señales divisorias, quienes ocupaban las zonas fértiles procuraban rechazar a los que consideraban intrusos. Es decir, las fronteras no han creado los problemas migratorios, pero subrayan con endémico patetismo las desigualdades humanas. Las penosas singladuras de las pateras marroquíes hacia Canarias serían, a pesar de su alto porcentaje de naufragios, travesías idílicas si se las compara a las que afrontan los cayucos mauritanos. Pero la miseria en inmensas extensiones africanas hace decir a muchos, miles de subsaharianos que prefieren perder la vida en el mar que morir en su tierra. Y mueren en el mar, por decenas y decenas, sin alcanzar el para ellos falso paraíso de la abundancia. Ayer recogía el buque español «Esperanza del Mar», a muchas millas de Canarias, dieciocho cadáveres flotando sobre las aguas, y en ellos se refleja la cifra, muy superior, de quienes no han logrado saltar, desde el hambre al hartazgo soñado, la valla de la muerte. Radios y televisiones movilizaron ayer sus mejores recursos para informar sobre la avalancha de pateras y cayucos que iban llegando a las playas canarias, con navegantes medios exhaustos, entre los que había algunos niños. Y todo ello despertaba aún más vivamente que hace unos días la preocupación de las autoridades de Canarias y, por supuesto, del Gobierno del Estado. El consejillo ministerial urgente celebrado ayer en Moncloa acordó ceder patrulleras de la Armada a Mauritania para la vigilancia de su litoral y, desde luego, activar el acuerdo bilateral sobre readmisión de inmigrantes firmado hace tres años. Pero lo más eficaz en estas situaciones es el contacto directo, y de ahí que vaya hoy a Mauritania una delegación formado por los subsecretarios de Exteriores e Interior, Bernardino León y Antonio Camacho, un alto funcionario de la UE y un consejero del gobierno canario. Pero la solución, como nadie ignora, no es la de hacer menos permeables las fronteras sino la de realizar en las zonas más pobres del planeta las inversiones que favorezcan una economía de desarrollo y empleo. El presidente de Canarias, lógicamente, se sentía ayer desbordado, y reclamaba al gobierno central meditas inmediatas, mediatas y de fondo. Un entendimiento entre los dos ejecutivos basada en el mutuo entendimiento y en la lealtad (sic).

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