Diario de León
León

Creado:

Actualizado:

LEO en el periódico que en Europa triunfan los llamados centros de mimos, donde no se oferta mímica sino cariño. Se coge la mano del cliente  necesitado y se le pregunta con sonrisa maternal: ¿quién es el más eficaz de la oficina? Hasta se puede llorar un rato en el hombro de un dependiente, quien antes ha escuchado muy interesado un balance de resultados o, más bien,  el blues del  perdedor. Afectuosidad de pago, en la sociedad del caos.  El anhelo de ser achuchado.  Y es que ningún  plus de productividad puede arrojar ni siquiera una chispa de luz sobre un gran agujero negro. Seguimos necesitando el ancestral mi mama me mima.  Pero cuidado con aquellos en quienes nada pervive del niño que fueron.  Los centros de mimo, que llegarán a España,  no dejan de ser reflejo más del gran naufragio, de nuestra deriva. Fugas de la patria espiritual.  Todo adulto ha de enfrentarse un día a la gran prueba de destruir o salvar su propia Troya; es decir,   a la herencia sagrada de su infancia, la recibida a cambio de nada, y que sigue ahí, dentro de él, como un tatuaje invisible. Cuando alguien llega a su casa, después de haber mancillado a lo largo del día sus más nobles convicciones,  en las que fue educado  por sus padres, se mira al espejo y allí no hay nadie ni nada reflejado, entonces, no necesita ir a un centro de mimos, sino caer de rodillas y reconocer que ya no puede avanzar solo un paso más.  ¿Quién no siente nostalgia infinita de ser arropado frente a la inquietante oscuridad? Necesitamos recibir mimos, pero también debemos darlos. Todo lo demás es fuga. 

tracking