Cerrar
Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

Creado:

Actualizado:

EL BARÓMETRO de Castilla y León (Barocyl) es hermano menor del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) a nivel nacional. Son los estudios más fiables. Sólo se cuestiona su fidelidad cuando los resultados no son coincidentes con los intereses de los que cortan el bacalao. O sea, del poder. El Barocyl nació hace poco tiempo. La Junta de Castilla y León, inicialmente, le concedió patente de independencia y autonomía. No son dudosos sus análisis, amparados por el rigor académico de la Universidad de Salamanca y financiados por Caja Duero. Su director, Manuel Alcántara, está ofreciendo el chequeo por entregas. Hace unas fechas incidía en la intenciones de voto, ayer en los beneficiarios de las provincias y mañana lo hará en no sé qué materia. Cuando concluya, será el momento del análisis total. Mientras tanto, sin necesidad de análisis sesudos, la realidad nos obliga a mirar al Ayuntamiento de León. Y es que en el Ayuntamiento leonés están desaparecidos la mayor parte del equipo de Gobierno y casi la totalidad de la oposición. Se trata de una Corporación cada vez más fantasmal a la que ya no se la encuentra ni en los pasillos. A pesar de ello, Mario Amilivia no deja pasar una ocasión para crearse problemas nuevos. Esta vez ha sido con motivo de la deuda que tiene acumulada con el Consorcio del Aeropuerto de León. En lugar de presentar un plan para pagarla, amenaza con marcharse con excusas de mal pagador. Lo cierto es que Mario Amilivia no ha perdido ocasión ceremonial para estar presente en el aeropuerto. Pero nunca ha «tirado» por él, ni personalmente, ni como alcalde. El Aeropuerto de León es una realidad gracias a que la Diputación Provi ncial, con sus últimos cuatro presidentes, desde Alberto Pérez Ruiz a Javier García Prieto, pasando por Agustín Turiel y José Antonio Díez, se han fajado para hacerlo realidad, con la total colaboración de los militares de Aviación y del Ministerio de Defensa. Pero el Ayuntamiento de León nunca lideró el proyecto. Incluso hubo un alcalde anterior que lo ridiculizó junto con algunos intelectuales de vuelo raso. Al Ayuntamiento, al igual que a la Junta, no le quedó más remedio que subirse a un tren del que tiraban otros. Últimamente, desde que Rodríguez Zapatero es presidente del Gobierno, el Ministerio de Fomento se ha comprometido, a través de Aena, a la ampliación de la pista. No conviene olvidar estos datos precisamente ahora, cuando una especie de fiebre reformista recorre la piel del Estado. Todos sabemos que el Aeropuerto de León y otros muchos proyectos de interés provincial no existirían si no hubiesen sido impulsados por la Diputación. En todos esos proyectos de altos vuelos el Ayuntamiento ha sido siempre más un lastre que una ayuda. Lo que no puede hacer el Ayuntamiento de León, presidido por Mario Amilivia, es comportarse como una república bananera. O sea: apuntarse a todas las fotos y endeudarse para luego pedir que le condonen la deuda. Lo primero que debe hacer es pagar lo que adeuda al Consorcio, es decir, a la Diputación Provincial. O dicho con más rotundidad: a todos los leoneses. Cualquier otra alternativa es el reconocimiento de un fracaso, político y como gestor.