Diario de León

DESDE LA CORTE

Sonría, por favor

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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CUANDO estas líneas se publican, llevamos varias horas de tregua, llamémosle «oficial». Se han consumido miles de páginas de información y comentarios y centenares de horas de análisis y debate en radio y televisión. Se han escuchado todas las declaraciones posibles, de todos los colores y con todos los matices. Los periodistas nos hemos convertido en investigadores de intenciones, dedicados a descubrir inflexiones de voz y medir tonos y sonidos. Todo el mundo parece muy feliz de comprobar que se toca el silencio de las armas y que se producen milagros de cambio de lenguaje en el PP y de entendimiento entre poder y oposición. Alicia está, por fin, en el país de las maravillas. Desmenuzado todo, y tomadas las debidas distancias, lo que se descubre de verdad es que no sabemos nada. Lo único que existe es la literatura de dos comunicados, y nada más. Nunca tan pocos folios han inspirado tanta farfolla de discurso y tertulia. Escuchamos miles de propuestas que no pasan de ser un juego de tópicos, palabras sobre la trascendencia del momento y llamadas más o menos contenidas al optimismo. El gobierno, su partido y las demás fuerzas políticas desconocen las auténticas intenciones de ETA. El propio presidente, que se supone en posesión de todos los secretos, sólo comunica el más sólido de sus propósitos: pedir tiempo, que se convierte en sinónimo de calma. Su mayor desafío es no cometer un error que desbarate todo. En ese reino de la palabra, lo políticamente correcto es ser optimista, aunque para los mortales sea imposible llegar al optimismo antropológico del señor presidente. Cualquier sonido discrepante, simplemente dudoso, parece propio de personas que no tienen sentido de estado o se mueven por algún resentimiento. Escuchar a Mayor Oreja que ETA nos quiere conducir a «la trampa de la autodeterminación», suena coherente; pero es un diagnóstico que debemos desechar, porque rompe la plácida contemplación de los clarines de la paz. En cambio, detectar que el resto del Partido Popular empieza a cambiar su mensaje y reconoce el derecho de Zapatero a intentarlo, adquiere categoría de gran sedante de la población. Hay que poner en los coches, como hace años, la vieja pegatina: «Sonría, por favor». Estamos, como se ve, en situación evanescente. Suenan como consignas grandiosas frases extraídas de la mítica balada: «demos una oportunidad a la paz». Un presidente de autonomía llegaba ayer a un almuerzo en Madrid con este saludo: «hoy tenemos mejor cara que ayer». Este cronista también se dejó llevar por la corriente emocional y dijo en público una oración tan cursi como ésta: «que no lo estropeen, por favor». Gran belleza de situación. Ignoro cómo será el despertar.

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