PANORAMA
No brindemos todavía
LEVANTEMOS la copa, pero no brindemos todavía. Seamos prudentes. No echemos las campanas al vuelo porque no estamos hablando de una situación de normalidad. No se trata de gente que actúa con la coherencia mínima exigible. Seamos por tanto prudentes cautelosos y no olvidemos que estamos ante una banda de descerebrados, terroristas y asesinos que llevan cuarenta años descerrajando tiros en la nuca. Que lo han sido hasta ayer mismo y que, pese a lo de «permanent e», pueden volver a serlo a partir de mañana, porque de lo contrario habrían hablado de «definitiva». Esa tregua permanente de la banda etarra es una de las mejores noticias que podíamos recibir en estos tiempos poco serenos. Pero, aunque aguardada, no puede cegarnos y llevarnos a pensar que la gran asignatura pendiente de nuestra existencia está ya resuelta. Porque lo que está comenzando es sólo un primer y minúsculo pasito de una gran caminata que podemos finalizar dentro de años, o incluso de décadas. Por eso, esta larga y sinuosa marcha que iniciamos con toda la ilusión del mundo, debemos de hacerla en las mejores circunstancias posibles. Y para ello es imprescindible, como primera medida, saber quienes vamos y en qué condiciones a participar en ella. Porque los obstruccionistas enfermizos, los pesimistas, los fanáticos, los ofuscados y los revanchistas no tienen cabida en un proceso que no puede fracasar a las primeras de cambio. La única conclusión válida de los comunicados difundidos por los terroristas es que tenemos una oportunidad que esperábamos desde hace tiempo. Y que no la podemos desperdiciar. Y que esa oportunidad hay que saber gestionarla con inteligencia y habilidad. Por el respeto que nos merecen las 851 personas que dejaron sus vidas en este empeño. Y porque no podemos consentir que toda esta locura se lleve por delante ni una vida más.