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Publicado por
ENRIQUE VÁZQUEZ
León

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LA ENDIABLADA situación política en Irak está realmente bloqueada sólo porque Yaafari no parece dispuesto a renunciar a la condición de aspirante (para continuar en el cargo, pues es ahora primer ministro) para la que fue votado en las primarias de la variopinta Alianza Chií gracias al apoyo de la treintena de diputados de la corriente radical de Moqtada al-Sadr. El bloqueo podría ser resuelto, como tantas cosas, por la decisión del gran ayatollah Alí al-Hussein al-Sistani, el gran marja , la autoridad de referencia para la comunidad chií, casi inaccesible en su retiro de Nayaf. Hay un pronóstico de que, con un poco más de presión y buscando salvar su dignidad, Yaafari terminará por tirar la toalla porque sin un candidato aceptable el veto kurdo y sunní se mantendrá y hará imposible la investidura y, lo que es peor, la gobernación cuando la impaciencia norteamericana se expresa ya sin rubor mientras crece la violencia: en las últimas 48 horas han muerto más de cien personas, en su gran mayoría policías y víctimas de asesinatos sectarios. «Va siendo hora de que los iraquíes formen su gobierno», dijo el martes el propio presidente Bush mientras en Bagdad los senadores Carl Levin y Jack Warner desarrollaban la tesis, tan incómoda para sus anfitriones, de que no se puede pedir a los norteamericanos que expresen con más fervor que los propios iraquíes «la voluntad de ser una nación» y advertían, recordando el declive sostenido de apoyo popular a la guerra, que los contribuyentes estadounidenses rehusarán seguir gastando su dinero en vano.

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