Silencio, ¡se va a rodar!

ESTAMOS muy satisfechos de que, por fin, se den ya «las condiciones necesarias» para negociar con ETA, pero estamos algo disgustados porque no sabemos cuáles son. La eficiente banda asegura que la superación del conflicto, aquí y ahora, es posible. Lástima que no lo fuese allí y antes. ¿Se puede nombrar con la palabra azar que la declaración de un «alto el fuego permanente» se haya producido pocas horas después de que el Parlamento aceptara el reconocimiento de Cataluña como nación? El presidente del Gobierno, ha pedido prudencia y serenidad a todos los partidos políticos y también a los ciudadanos que no pertenecen a ninguno. Su petición debe ser atendida, ya que la ha formulado, como es habitual en él, con buenos modales. Confiemos en que el resultado no sea el mismo que se produjo en aquel teatro donde un cartel exigía a los espectadores que en caso de incendio conservaran la calma: todos murieron carbonizados. Lo que sobreviene ahora es un silencio que nadie sabe si será permanente. Todos hablamos el mismo idioma cuando callamos. Desde hace casi cuarenta años ha sido interrumpido por pistoletazos y explosiones y se ha tenido que refugiar donde siempre suele hacerlo: en los claustros, en las patas de los gatos y en los amantes clandestinos que también pisan con «planta de lana». Nos puede venir bien el regreso del silencio. ¿Durará este silencio hasta que se culmine el proceso «largo y difícil» y se ruede el futuro de España? Los directores del filme son pocos y los espectadores no contamos. Dependemos de dónde nos acomoden.