Cerrar
Publicado por
JOSÉ MARÍA CALLEJA
León

Creado:

Actualizado:

EL TONO Y LAS PALABRAS empleadas por el presidente del Gobierno y por el líder de la oposición en el Congreso de los Diputados tras el anuncio de un alto el fuego permanente de la banda terrorista, representan la mayor esperanza por parte de los españoles de que no se otorgará a ETA, ahora que no asesina, lo que no se le dio cuando mataba. El comunicado de ETA certifica una derrota policial. Una derrota policial que se abrió un 29 de marzo de 1992, en Bidart (Francia), cuando gracias a la Guardia Civil, la policía francesa detuvo a la dirección de la banda terrorista. La caída de los Pakito, Txelis y Fitti, el denominado colectivo artapalo, inició el declive de la banda, dejó claro a los terroristas que jamás podrían ganar al Estado y abrió una crisis cuyas consecuencias conocemos hoy. De manera que, en primer lugar, hay que agradecer a la policía aquella eficacia, aquella medida evidentemente policial de innegables consecuencias políticas. ETA ha fracasado en su intento de destruir al Estado español, de hacer desaparecer en la Comunidad Autónoma vasca a los partidos que allí, donde más falta hace, defendían la Constitución y no ha conseguido tampoco callar a la sociedad civil ni a los pocos periodistas que desde hace años asumimos un compromiso por la libertad. En todos esos terrenos ETA ha fracasado y conviene que así lo veamos quienes hemos dado muchos años de vida y energía a la lucha por crear allí una sociedad libre de miedos y odios. ¿De que se trata ahora? Pues de poner a limpio esa victoria; es decir, de no otorgar a ETA, ahora que no asesina, lo que no se le dio cuando mataba a razón de noventa, sesenta o cuarenta personas en un año. Hay precedentes de la generosidad de los ciudadanos españoles: las dos amnistías que se promulgaron después de la muerte de Franco, el proceso de reinserción seguido, a finales de los setenta y primeros de los ochenta, con 150 militantes de ETA p-m (político-militar), que habían cometido delitos de sangre, que habían secuestrado, que habían infundido miedo, pero que al anunciar públicamente que dejaban de matar, que renunciaban al crimen como ventaja política añadida y que se limitaban a hacer política por métodos democráticos, fueron acogidos, perdonados y reinsertados en la sociedad española. Tenemos derecho a estar optimistas, tenemos la obligación de estar cautelosos y vigilantes y tenemos la esperanza de que después de tantos años de crímenes, de sufrimiento, de soledad, de oscuridad y miedo, pronto podamos ser realmente libres en Euskadi. Nos los hemos ganado.

Cargando contenidos...