Diario de León
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El término estupidez es el más suave que se me ocurre, para calificar la reforma de la normativa del Registro Civil, recientemente aprobada por el Gobierno del Partido Socialista, consistente en suprimir los sustantivos padre y madre, en las inscripciones en los asientos de nacimiento y en el libro de familia, y sustituirlos por los genéricos «progenitor A y progenitor B». Según la responsable de esta estupidez, políticamente correcta, no faltaba más, Pilar, Blanco Morales, directora general de los Registros y el Notariado, la justificación del cambio, es «adaptar la terminología del Registro Civil a los matrimonios homosexuales», estupidez, que por supuesto, nada tienen que ver, con los legítimos derechos de los homosexuales a la igualdad, sino más bien, al uso y abuso de un lenguaje absurdo, que además de violar el Diccionario de la Real Academia Española de la lengua, es una escandalosa manipulación de los conceptos, esta vez identificando al padre o la madre, como si fueran los portales de un bloque de viviendas y sorteando su existencia. Se ve, que para los funcionarios de Rodríguez Zapatero, el padre y la madre, al igual que la nación, son conceptos, además de obsoletos y seguramente fachas, discutidos y discutibles. Espero, de la sensatez de la sociedad en su conjunto, que no acepte de hecho, el convertir un concepto, el de padres, tan antiguo como el lenguaje, en algo innombrable, y siga llamando a las cosas por su nombre, negándose a sustituirlo por término inverosímiles. Jaime Lobo (León). Soy una usuaria del Auditorio de León que recientemente he adquirido entradas para diferentes espectáculos, con suficiente antelación ya que de otro modo es imposible obtenerlas. A las 48 horas de la adquisición me surge un imprevisto para una de las fechas de manera que me acerco a la taquilla para preguntar si es posible la devolución de esas entradas, o al menos su sustitución por otro día, a lo cual me contestan que no es posible (aunque faltan dos meses para el concierto en cuestión) y que las normas dicen que sólo se devuelve el importe de las entradas si se suspende el espectáculo. Desde mi punto de vista, esta unilateralidad vulnera todos los derechos del consumidor y estoy segura no existiría de tratarse de una empresa con algún tipo de competidor. Desgraciadamente auditorio sólo hay uno y «o lo tomas o lo dejas». No obstante, pediría a quien corresponda, se dignase revisar norma tan absurda, en el sentido de contemplar causa de fuerza mayor, o unos plazos a partir de los cuales efectivamente no se puedan devolver las localidades. Con un poco de buena voluntad las cosas pueden solucionarse. María Dolores González (León). Sergio (León).

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