Simpatizantes

LA SIMPATÍA, que es sin duda una de las formas de la inteligencia, consiste en que a las personas agraciadas con ese don les digan que sí antes de haber formulado una petición concreta. Debo aclarar lo antes posible que eso que llamamos simpatía no debe confundirse con la afectuosidad simulada, ni con la sonrisa de anuncio de dentífrico, ni mucho menos con la empalagosa aquiescencia. Si fuera así, los maitres de los restaurantes de cinco tenedores y algunos subsecretarios serían las personas más atractivas y agradables. ¿Cuántas veces nos ha caído simpática una criatura más bien hosca en apariencia? Ahora a los simpatizantes de ERC se les exige un porcentaje de su salario para demostrar su estima. El peaje de Esquerra a los cargos públicos es una variedad del impuesto revolucionario, sólo que no pretende hacer ninguna revolución. Eso de pagarle un pellizco al sueldo de los cargos públicos más o menos altos ha provocado una crisis en el Gobierno tripartito, aunque no se acerque a la tercera parte de lo que cobran. Entre otras virtudes incuestionables, siempre se les ha reconocido a los catalanes una exquisita sensibilidad para el dinero. ¿Por qué no se les piden otras cosas que estarían gustosísimos de conceder? Es un error pedirles contribuciones económicas, ya que en muchos casos se lo impide su horóscopo. Hasta ahí podíamos llegar. Por la patria regional se puede dar la vida, pero la pasta es patrimonio del alma y el alma sólo es de Dios y de la Generalitat. El cobro de comisiones a funcionarios, aparte de una inmoralidad, es un imposible metafísico.