LA VELETA
Llegó el sherif
ESTABA ayer el Ayuntamiento de Marbella gestionando plácidamente su propia corrupción, presunta, cuando irrumpió la Justicia en el recinto con gran aparato policial, sorprendiendo a unos funcionarios y munícipes electos a los que nadie había logrado persuadir de que la ley, aunque muy tarde a veces, acaba exigiendo su obligado cumplimiento. En el ayuntamiento marbellí, según indicios fehacientes muchos de los cuales pertenecen a sumarios desaparecidos de los juzgados de la localidad, la corrupción no sólo salpicaba las paredes, sino que ha inundado gran cantidad de despachos y hasta se desparramaba por ciertas empresas constructoras y personajes de intermediación, dicho sea sin recordar apatías judiciales y sospechas sobre tolerancia policial. Se trata, al parecer, de un corrupción presunta, continua y progresivamente incrementada, nacida en tiempos antiguos, aunque sólo bajo el poder del fallecido Jesús Gil se plasmó en un lamentable deterioro urbanístico, de efectos irreversibles. La operación policial de ayer, dirigida por el Juzgado número 5 de Marbella, en estrecha sintonía con la Fiscalía Anticorrupción, se desarrolló por infinidad de ramificaciones, casi todas ellas previsibles, empezando, sin ser la pieza principal, por la actual alcaldesa, Marisol Yagüe, y el ex consejero de urbanismo Juan Antonio Roca. A nadie le sorprende que una corrupción presunta tan evidente haya terminado por verse cortada de modo tan abrupto por la Justicia, pero lo que asombra al ciudadano y le somete a gran perplejidad es que la ley no se haya podido ejercitar eficazmente hasta que Marbella se ha convertido en un bochorno urbanístico. Se conocen actuaciones pintorescas, increíblemente impunes, de un juzgado de Marbella en tiempos del GIL (Grupo Independiente Liberal), fundado por el fallecido constructor de igual nombre. Y pocos ignoran las causas abiertas contra respo nsables municipales marbellíes, a doce o quince causas a veces por cabeza, y sin que el trueque de comisiones por licencias de construcción pudiera extirparse del mercadillo municipal. La alcaldesa se hizo con el cargo tras haber presentado una moción de censura contra Julián Muñoz, sucesor de Gil y actual compañero sentimental de una famosa tonadillera. Y su lema fue el de la lucha contra la corrupción. Pero a veces sucede que quien desea limpiar una letrina se hunde en la mierda, con perdón, y en el caso de Marbella tal vez, y sólo como presunción, el hundimiento se haya hecho muy a gusto. Pero al fin llega a los ayuntamientos malos el «sherif» bueno y en el saloon municip al sólo queda el pianista inocente tecleando una tonadilla.