DESDE LA CORTE
Marbella vice
MARBELLA es una ciudad prodigiosa. En vacaciones tiene el mayor número de marquesas por metro cuadrado de España. Las grúas y los andamios florecen como las buganvillas. Los yates de Puerto Banús epatan a los aldeanos que llegamos de turistas. El coche que te pita puede ser un «Rolls Royce». Los camareros te cuentan que un «guiri» dejó una propina de 500 euros. Los árabes compran «Rolex» de oro como si fueran camarones. Y aunque a simple vista no queda un centímetro sin construir, por algún prodigio cada año aparecen urbanizaciones nuevas. Siempre con vistas al mar. Parece una ciudad de goma. Marbella tiene una herida: nunca la visitó oficialmente el Rey de España. Ni el Príncipe. Era el toque de grandeza que le faltaba a la ciudad, el toque de gloria, para completar su imagen de paraíso de villas de lujo, locales nocturnos de gente guapa y campos de golf. Pero la Corona le ha negado esa honra, quizá porque había algo que olía a negocio oscuro. Eso cuenta la leyenda. Claro que las leyendas cuentan otras cosas que, como dice la gente, parecen «de juzgado de guardia» y lo son. Por ejemplo, las hazañas «financieras» de ediles que han pasado de la nada a la gran fortuna. O el rumor del dinero negro, con mafias organizadas que encontraron en Marbella, tan próxima a Gibraltar, su base de blanqueo. O las licencias urbanísticas, tan llamativas con la simple mirada, que escandalizan al observador. Todo eso ha dejado de ser el rumor del boca a boca ayer mismo, cuando la policía desplegó la operación «Malaya». Desde ayer, las cámaras no buscan en Marbella gozos de famosos ni soledades de duquesas. Los paparazzi no están en la playa, sino a la puerta de las comisarías, que son las estancias policiales de provincias que más salen por televisión. Ha sido de película ver entrar los coches de policía en la Plaza de los Naranjos y asaltar el Ayuntamiento, exactamente igual que hubieran hecho con un nido de delincuentes o un local regentado por mafiosos. ¡Una señora alcaldesa detenida como una facinerosa! De película, pero tremendamente real. Desde que el genio de Jesús Gil puso en marcha el milagro de los panes y los peces, Marbella es el lugar donde la realidad supera a la imaginación. Digo yo que, para montar esa operación, el juez que dio la orden ha de tener multitud de pruebas acumuladas. Añado que no puedo hacer juicios de valor en tanto no haya conocimiento de esas pruebas. Pero saludo esta acción de saneamiento público, con una advertencia: no es Marbella el único pueblo de España donde el rumor habla de enriquecimientos oscuros, aunque sea muy difícil llegar a las tramas de Marbella. Y ya vemos que el rumor sigue siendo, como siempre, antesala de la noticia.