LA VELETA
Las prisas de Ibarretxe
PIERDE protagonismo político el PNV, y el PP se ve obligado a apoyar al Gobierno en lo que más le duele: el antiterrorismo. La política española parece girar últimamente en torno a asuntos monográficos, y si hasta ahora eran el laicismo radical del presidente Zapatero y el proyecto estatutario de Cataluña las cuestiones que, sucesivamente, tensaban la vida nacional, suministrando a la oposición conservadora abundante munición contra el Gobierno, a partir del alto el fuego permanente de ETA la situación se modifica, y el inicio de un proceso de paz, previas verificaciones de la sinceridad etarra, va a ocupar los desvelos de la vida pública. Es un nuevo escenario, en el que ya no puede oponerse el PP frontalmente, y ni siquiera debería hacerlo tangencialmente, al tratamiento que aplique Zapatero al problema o, dicho de forma más esperanzadora, a la solución de un problema que lleva planteado y activo desde hace cuatro décadas. Cambia obviamente el papel que venía representando el PP como mayor fuerza de la oposición. Y cambia, hasta el punto de tensar los nervios del nacionalismo vasco, el papel del PNV en el alumbramiento de la paz. Zapatero va a dedicarle a Rajoy una atención muy especial y a facilitarle, de persona a persona, cuanta información produzca el proceso del diálogo, sin connotaciones políticas, con ETA. Pero Rajoy no va a codirigir ese proceso, al que va a prestarle, sin embargo, todo su apoyo y el que logre de su partido, que acabará siendo seguramente total. Pero lo más enrevesado se está viendo en el País Vasco, donde el PNV lleva un cuarto de siglo siendo protagonista de la escena política, tanto en papeles de moderación como de exaltado soberanismo, y ahora ve cómo el fin del terrorismo es una cuestión a tratar exclusivamente por el Gobierno y ETA, sin mediación o intermediación nacionalista. Y eso ha puerto de los nervios al lendakari como demuestra su apresuramiento, nada más conocerse la noticia del alto el fuego etarra, al anunciar la convocatoria de una mesa a la que se sienten todos los partidos, sin exclusiones obviamente. Lo que ya se preveía desde que una tregua de ETA empezó a ser, además de una hipótesis, una probabilidad muy real. Desconcierta a Ibarretxe y al sector más roqueño del PNV el paso de representar el papel protagonista a conformarse con uno secundario. De ahí que el lendakari no renuncie al protagonismo, celebre una ronda de conversaciones con todas las fuerzas políticas de Euskadi (ayer aplazó su entrevista con Otegi por razones obvias) y busque adhesiones para montar esa mesa que él mismo dirigiría.