En el principio de algo

UNA VEZ pasadas las jubilosas alharacas por la tregua permanente declarada por ETA, debe intentarse una reflexión más serena sobre lo que supone como esperanza de futuro, pero no es posible hacer como que no ha pasado lo que ha pasado. Leyendo a numerosos analistas que han establecido el optimismo la única actitud políticamente correcta, rezuman algo de frivolidad en hablar de algo que muchos no han conocido más que por referencias, excepción hecha del brutal asesinato del comandante Cortizo en pleno centro de León. Otros sufrimos los terribles «años de plomo». Yo vivía aún en Pamplona y fui testigo de cómo gente conocida era asesinada, de las familias destrozadas, de la reacción casi cobarde de aquellos gobiernos... Si no se ha pasado por eso no se tienen todos los elementos; de ahí a frivolizar con optimismos de última hora no hay más que un paso. La tregua no se produce porque sí, la acompañan hechos concretos: proclamación de la nación catalana en su Estatuto; procesamiento por el juez Marlasca a 40 miembros del mundo abertzale y riesgo de prisión para Otegui. No viene por sorpresa, es el final de un proceso que sólo conocemos en parte. Sabemos que el comunicado fue negociado en sus términos con el gobierno. Lo ha dicho «El País» y dadas las sintonías no cabe negarle crédito alguno, luego había contactos que se negaron. La tregua es permanente, lo contrario de momentánea. No es indefinida como la de 1997, es algo más cuyo alcance aún está por precisar. Es imposible que de ella no se deriven réditos políticos para el gobierno: es lo ha estado buscando desde el primer momento y probablemente desde antes, ya que ha habido contactos entre la banda y los socialistas vascos desde hace al menos cuatro años. La administración del nuevo escenario exige no dejar fuera al PP, y ello no sólo por una razón de estética -aunque Zapatero se ha preocupado de marginarle a conciencia de la vida política en estos sus dos años- sino porque hay que involucrarle en ese proceso de negociación que en su momento adoptará una vertiente pública, pero que mientras tanto sigue en secreto. La entrevista con Rajoy ha ido por ese camino: escenario cuidado, cordialidad... pero de lo que han hablado sólo sabemos lo que nos han dicho y seguro que se han callado cosas. Lo único positivo es la voluntad de continuar la comunicación. Hoy por hoy, ETA se ha convertido en interlocutor del Estado, lo que se quiere presentar como inevitable ¿Qué se va a poner sobre la mesa de negociación? Los presos a excarcelar por amnistía o indulto. La autodeterminación de Euzkadi en base a un previo reconocimiento como nación -ahí salta la conexión catalana- y la «integración territorial», que no quiere decir más que la anexión de Navarra, ya que la del país vascofrancés resulta hoy por hoy una utopía ¿Son tales planteamientos asumibles para el Estado de Derecho?, ¿va a forzarse la anexión de Navarra contra el sentir muy mayoritario de los navarros y contra la Constitución? ¿podrá resistir el gobierno la tentación de echar la culpa al PP si ETA se levanta de la mesa? El enigma de hoy es obligado al par que fácil: ¿quién no puede recoger nueces porque ya nadie le mueve el árbol?