Pantano de Omaña

ESCUCHAMOS voces bordes, destempladas, reclamando a berridos que construyan el embalse de Omaña. No son beduinos, en pos de agua que sacie su sed y la de los dromedarios que pastorean en un secarral inhóspito, sino agricultores del Páramo, escandalosos en su petición incoherente. Para empezar, hay que preguntar por qué en un año hidrológico de más precipitaciones que el anterior, el embalse de Barrios de Luna no alcanza los 220 hectómetros que garantizan el riego. Un motivo es que hubo que desembalsar, en septiembre, un caudal ingente para diluir los tóxicos que contaminaron el Órbigo, desde La Bañeza a Benavente, carga venenosa debida a los cultivos intensivos de las márgenes. Sin moderación en el uso de pesticidas agrícolas, la química del río será un cóctel insano. La incoherencia se manifiesta cuando apenas el 40% de las 54.000 hectáreas que riega el pantano de Luna han asumido los planes de modernización promovidos por el Plan Nacional de Regadíos. De las 52 comunidades de regantes reunidas en el Sindicato Central de Barrios de Luna, sólo la del Páramo Alto, con 17.000 hectáreas, de las que se modernizarán 6.500 en la primera fase, y el Páramo Medio, con 4.800 hectáreas, han decidido ahorrar agua y mejorar los riegos. Sustituir canales de tierra por tuberías y dejar de regar a manta, levantando la tajadera y permitiendo que cultivo y caminos sean marisma y charcón, resulta hoy un objetivo imprescindible. Además, el trasvase del Esla con la elevación de aguas de Riaño en Villalobar, riega terrenos parameses cuya superficie se incrementa a lo loco. Sobra victimismo agrario y hablar de la sequía como si fuese la plaga que va a arrasar León. Hubo que pelear duro, con argumentos, para salvar el valle de Omaña del anegamiento. Que entren en razón los subvencionados vociferantes, de riñón engordado por la Política Agraria Común, y controlen su barato desmadre de riego. Lo que vale es el total (anuncio de Medio Ambiente).