Diario de León

EN EL FILO

Los abrazos del Estatut

Publicado por
VALENTÍ PUIG
León

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EL ESTATUT tuvo 189 votos a favor y 154 en contra. Era un «sí» representativo del 54 % de la Cámara pero no sumaba PP y PSOE al contrario de las grandes iniciativas del pasado, en las que nunca quedaba excluido ninguno de los dos grandes partidos. Inicialmente, en cada estatuto de autonomía hubo un acuerdo entre UCD y PSOE, luego reformas similares fueron emprendidas siempre en el supuesto de que PSOE y PP sumarían. Ahora no ha sido así. Queda en el camino del 'Estatut' la posada del Senado, donde puede haber sorpresas, como en 'Los tres mosqueteros', y luego viene un referéndum en Cataluña, con más incógnitas de las que se suponen. Más aún de los porcentajes que se dan en las elecciones autonómicas, la abstención puede ser muy elevada. Ahí seguramente, aunque por motivos antitéticos, se agregarían las abstenciones convocadas por Esquerra Republicana, si es que al final no vota «sí» o «no» o ambas cosas a la vez. ERC buscaría capitalizar el descontento del nacionalismo radical con un 'Estatut' que se considera insuficiente y que con prepotencia xenófoba su portavoz, Joan Puigcercós, describió como bueno para cualquier región de España pero malo para Cataluña cono «nación de Europa». Había como para que los leones de la Carrera de San Jerónimo echasen a correr para refugiarse en la jungla. En el referéndum, el «no» tendrá mucho significado. Y después, ¿qué?. De entrar en vigor el Estatut en su día lo que veremos a la larga son las consecuencias de la improvisación y del interés partidista implicado en cuestiones prioritarias del bien público. Hasta ahora, al común de los mortales se le escapa en qué modo el Estatut hará que Cataluña sea más próspera, más competitiva o -por decirlo así- más Cataluña. Este Estatut fue urdido para enfrentarse a un gobierno del PP pero después del 11-M resultó elegido Zapatero. Había estado en Barcelona, para la constitución del tripartito catalán. Dijo entonces que él acogería tal cual el Estatut que se le remitiera desde Cataluña pero lo que ha ocurrido es que, de espaldas a Maragall y al tripartito, ha pactado con Artur Mas -líder de la oposición al tripartito, no se olvide- los términos para la consecución parlamentaria de un 'Estatut' más recortado. Aún así, de no mediar el Senado, lo aprobado el miércoles en el Congreso es de incierta constitucionalidad y prosigue siendo un elemento de distorsión en la política española. Los retoques que pudiera requerir el Estado de las Autonomías aconsejaban otros métodos y, sobre todo, no introducir subrepticiamente factores que implican de uno u otro modo una reforma constitucional. El procedimiento conveniente hubiese sido exactamente el contrario: primero recabar el consenso amplísimo -con PSOE y PP, ineludiblemente- que exige un retoque constitucional y, posteriormente, proceder a las reformas estatutarias. Ahora tenemos que Cataluña habrá de habérselas con un Estatut escasamente operativo, máxima confusión de deseos con realidades, a la vez que en otras comunidades autónomas se activa el agravio comparativo y, en definitiva, la escalada estatutaria. Esas cosas tienen una definición: política mal hecha, oportunismo, concesión a minorías para insatisfacción de mayorías. Surfeando en la cresta de la ola, el presidente del Gobierno -hasta ahora también aupado por IU- ha visto que el apoyo de los republicanos independentistas no le favorecía ante el electorado y anda buscando la complicidad de Artur Mas, actual líder de CiU. España no se quiebra en unas horas pero su trabazón y su dinámica vital pueden debilitarse e irse erosionando. Esos son procesos a veces largos y a veces más breves de que lo que se calculaba. Difícilmente pueden invertir el sentido de la marcha. Los abrazos y aplausos en el Congreso al votarse el Estatut eran previsibles y lógicos, pero otra lógica a más largo plazo es la que dictaminará si aquel entusiasmo de unos no desembocará en la melancolía de muchos.

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