El museo de los abrigos

MAL he debido de portarme para que me desahucien de la amura, junto al tajamar, y tenga que alojarme aquí atrás, en esta aleta de estribor, donde los vientos soplan a un largo ; pero lo que no saben es que la proa es zona de marinería, mientras que atrás, en la popa, está el alcázar, retaguardia desde la que el capitán gobierna la nave con mayor perspectiva. Y ahora que ocupo lugar reservado a la oficialidad debo de cuidar las apariencias, y en esta sociedad de hoy hay dos cosas que cuentan por encima de todo lo demás: la primera es tener dinero asgaya y la segunda, aparentarlo, pero como sin querer. Ya no vale aquello de construirse un chaletón de mármol como el mausoleo de Lenin, comprarse el Mercedes más grande que haiga y colocarse en la muñeca un pedazo de Rólex de oro cuajado de piedrecitas, porque entonces te llaman nuevo rico, kisch y cosas así. Eso es lo que le está pasando estos días al concejal de Marbella Juan Antonio Roca, que da la impresión de que en lugar de estar enjaulado por ladrón y prevaricador, le han emplumado por su mal gusto y tener en su casa, además de un Miró junto a la bañera, decenas de leones, tigres y jirafas disecados, además de una pata de elefante convertida en paragüero. Y es que eso es tener mal gusto, porque como sabe la gente elegante, con charm , los animales salvajes de la selva africana, como tienen que estar es disecados, de acuerdo, pero no en un chalé de Marbella, sino en una nave de granito en el medio de la montaña leonesa, en el Museo de los abrigos de Valdehuesa.