NUBES Y CLAROS
Después de Resurrección
EL PAÍS EN PLENO se lanza a las carreteras, a devorar playa, turismo rural o procesiones, según las preferencias. Hacen bien. Aquí quedamos cuatro pringados, los servicios de urgencias y los que vigilamos para informar si los pasos circulan con fluidez según lo previsto, se quedan a cubierto si no escampa o dan un traspiés, Dios no lo quiera. Porque información, la mínima. Ahí está si no el ejemplo de dos de los temas que más han dado que hablar en los últimos días: el escándalo de Marbella, destapado que no desconocido; y el fraude a la Seguridad Social de la red de Jaén. ¿Darán más que hablar en los próximos días? Seguramente nada sustancial, porque quienes los gestionan se han ido de vacaciones. Ya sé, ya sé. Cuatro días de festividad masiva y estampida de despachos no van a permitir avanzar nada en los casos, pero ¿qué fue de aquello denominado alarma social? ¿Qué de aquello de la mujer del César? Porque una cosa es no hacer nada en la práctica, pero guardar las apariencias, y otra bien distinta aplazar el asunto desde principio de semana con un: «Bueno, hasta después de las fiestas, que no es cuestión de deshacer sabrosos planes de descanso por cuatro (¿o eran cuatrocientos?) chorizos que ahí estaban la semana pasada y ahí seguirán (Dios lo quiera también) la próxima». Aunque, bien pensado, esto debe ser una aplicación práctica del mandado del ministro Sevilla para conciliar la vida familiar y laboral. Que el trabajo, aunque sea de relevancia social, no enturbie unas jornadas de plácida caravana en compañía de los seres queridos. Feliz aglomeración y próspera vuelta al laboro, pues.