Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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EN PLENA catarsis penitencial la revista National Geographic ha dado a conocer, tras la pertinente y obligada autentificación, un curioso manuscrito del siglo II o III escrito por los cristianos de Egipto y que viene a representar una reivindicación en toda regla del proscrito Judas, considerado hasta la fecha supremo maestro en el arte de aprovechar las circunstancias. Muy al contrario, y según esta nueva versión de la película clásica de la gran infamia, el presuntamente perverso Iscariote era en realidad el discípulo favorito de Jesucristo, a despecho de los sobrevalorados Pedro, Pablo y hasta el simpático San Juanín, supuestamente designado para el sacrosanto cruce de cables que le llevaría a vender al maestro por unas cuantas monedas de plata. Todo ello suena a cuento chino, o copto en este caso, pero el caso es que los expertos en el análisis de las primitivas fuentes bíblicas dan crédito a esta sorprendente interpretación, el currupipi-mix podría decirse, de los fundamentos que dieron forma escrita al martirologio de Cristo. Aunque pensándolo bien, resulta hasta lógico que en estos tiempos de soborno y de codicia, ojo a la soleada Marbella, el perfecto abyecto que era Judas se convierta de un plumazo, después de pasar la prueba del algodón evangélica, en un hombre emprendedor en asuntos de ingeniería religiosa y obediente a los designios divinos, aparte de completamente ajeno a esa reputación de ser peor que un ladrón de tumbas que ha ostentado durante más de veinte siglos. Una cuestión colocada ahora a cielo abierto, en plena resaca de limonada y otros excesos procesionales, que ratifica la certeza del viejo dicho: ¡Qué bien besaba Judas!

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