TRIBUNA
Juntas Vecinales, expolio de montes e identidad leonesa Crisis de gobierno Zapatero: ¿qué crisis?
La historia y los hábitos de poblamiento leonés determinaron en la Alta Edad Media el nacimiento del concejo abierto, pilar básico de la democracia directa. Posteriormente, en el S. XIX, surgieron las juntas vecinales como instrumento jurídico del sistema concejil. Estas y otras instituciones tradicionales vienen a constituir un inequívoco elemento diferenciador del panorama geopolítico leonés con respecto a otras regiones contiguas o lejanas. El patrimonio comunal de las juntas y su autogestión forma parte indeleble del derecho consuetudinario que rige el día a día de nuestros pueblos. Semejantes circunstancias aclaran el menor desequilibrio socioeconómico de León en el discurrir de los siglos y el mantenimiento de uno de los legados comunales más copiosos y diversos del país. Las juntas vecinales siempre descollaron por su valiosa impronta social, económica y cultural en tanto en cuanto que no sólo ordenaban la comunidad desde criterios de solidaridad y colectivismo, sino que se establecieron como auténticos entes gerenciales del progreso en los pueblos de la provincia y, en buena medida, del viejo reino, tal como se recoge en las eruditas «500 razones por las que habrá una autonomía leonesa». En todo el Estado español están censadas en la actualidad 3.700 entidades locales menores o pedanías. León cuenta con 1.288, es decir, algo más de un tercio del total nacional, figurando por delante de Asturias, Navarra, Cantabria o el País Vasco. Desde 1983, momento de la creación contra natura de la autonomía de Castilla y León, el poder asentado en la capital del Pisuerga esgrimió sus peores pretensiones para nuestras juntas vecinales y los concejos abiertos que, como es notorio, han fraguado parte de la identidad y conciencia leonesa. Desde la Junta nunca han querido comprender esta realidad palpable. Se empeñan en adulterar nuestra historia y reescribir una nueva al dictado avieso de la Fundación Villalar. Más recientemente, el devastador anteproyecto de Ley de Montes transita con determinación por idénticos derroteros. Esta Ley intervencionista que la Consejería de Medio Ambiente suprimiría los legítimos derechos de las pedanías que durante siglos han venido administrando sus montes en beneficio de los vecinos. Estos bienes de utilidad pública ayudaron, y aún hoy lo siguen haciendo, a salir adelante a la entidad y a los empadronados más humildes. Con las disposiciones usurpadoras que el rodillo de las Cortes de Fuensaldaña persigue imponer, al menos 600.000 hectáreas de superficie forestal colectiva dejarán de hallarse gobernadas por las juntas vecinales, sus auténticos dueños. Por si fuera poco, el artículo 31 del mencionado anteproyecto de Ley, contempla la descabellada posibilidad de que, llegado el caso, la Junta pueda expropiar cualquiera de los 965 montes comunales leoneses, ignorando de un plumazo la existencia de la vigente normativa de Bases de Régimen Local, los ayuntamientos y la diputación. Es evidente, pues, que la verdadera intención de la Junta no es la protección del espacio rural sino el desapoderamiento de las pedanías, el expolio de los montes leoneses en detrimento de sus ciudadanos y el estrangulamiento económico de los pueblos que subsisten gracias a los recursos logrados a través de la madera, la caza o el pastoreo, prácticamente las únicas fuentes de ingresos para poder supervivir como entidades de ámbito territorial menor al municipio. No cabe duda que estas nuevas iniciativas legisladoras, disfrazadas con piel de cordero de la Junta, vienen, en definitiva, a complementar la beligerante política seguida desde Valladolid para lograr el desvanecimiento progresivo de las 1.288 juntas vecinales asentadas en León, y castellanizar con hechos consumados a la Región Leonesa. Así las cosas, se hace necesario imprimir un vigoroso impulso en la conquista de la Autonomía Leonesa mediante el camino constitucional. Abandonemos la estéril victimología que ha distinguido al leonesimo hasta ahora y frecuentemos el modelo reivindicativo teórico con el pragmático a pie de obra. Para ello no hay más remedio que sacar a los leoneses a la calle. Pacíficamente y si quieren, por supuesto. Todo ideal precisa sacrificios asumibles. Non progredi est regredi; es decir, no avanzar significa retroceder. Me permitirá el lector, por último, ejercer el inveterado derecho de «licencia poética descontextualizada» que le asiste a todo autor en su obra, para pregonar que por fin los tribunales remolones han hablado ex cátedra como hizo Zaratrusta. Hace unos días la más alta instancia judicial española, o sea, el Tribunal Constitucional, se ha pronunciado estimando el recurso de amparo 24/02 sobre una cuestión de conculcación de derechos fundamentales y anticonstitucionalidad planteada por este servidor hace un lustro. El fallo, que crea jurisprudencia, ha sido, como era de esperar, favorable a las juiciosas tesis esgrimidas entonces. Aunque tardía, bienvenida sea esta resolución amiga y reparadora de la legalidad vigente que como leonesista y como mero ciudadano me satisface enormemente, además de engrosar el corpus doctrinal. Ser uno de esos escasísimos parroquianos, según las estadísticas no más del dos por ciento de entre los 43 millones de españoles, al que el alto tribunal otorga amparo efectivo y da la razón, resulta grato y provechoso. Ya lo dijo el pensador: la medida del derecho es la utilidad. JosÉ Luis Rodríguez Zapatero, sorprendió a propios y extraños -con la primicia a los interesados- en el «ajuste fino» que efectuó en el día de ayer en su Gobierno. Salen del mismo José Bono Martínez y María Jesús San Segundo, se incorporan al Gobierno Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo y Alfredo Pérez Rubalcaba. Cambia de cartera ministerial José Antonio Alonso Suárez. Por de pronto da salida del ejecutivo al «detonante de la crisis» José Bono Martínez, ministro de Defensa, quien venía pregonando a los cuatro vientos desde las pasadas navidades su salida del Gobierno (y según el mismo confesó, formalizada por escrito hace tres meses). En el haber del mismo hay que anotar el aumento retributivo, mejorando las condiciones socioeconómicas de los militares y la Ley de Tropa y Marinería. En el debe sus relaciones con los representantes de los guardias civiles y una política salpicada de gestos p opulistas: lo que podríamos denominar el «estilo Bono». Aduce para su salida motivos de carácter familiar. Pasa al Ministerio de Defensa, después de una brillante gestión en el Ministerio del Interior, J osé Antonio Alonso Suárez, diputado leonés y admirador -como el que suscribe de Norberto Bobbio- y persona de total confianza del presidente del Gobierno. A su cargo queda el CNI y la mejora de las relaciones con el asociacionismo de la Guardia Civil, como tareas principales. Va a ser uno de los tres vértices, dirigidos por el jefe del Ejecutivo, sobre los que se apoye el proceso de conversaciones con ETA (los otros dos serán los titulares de Interior y de Justicia). Va a ser en definitiva el «superagente» Alonso. Se incorpora al Gobierno Alfredo Pérez Rubalcaba como titular del Ministerio del Interior. Hombre dotado de gran capacidad de comunicación, negociador nato y persona igualmente de total confianza de Zapatero. Un político de peso que hasta la fecha se ha ocupado de controlar el Grupo Parlamentario y de llevar buena parte del peso político de las negociaciones importantes con otros grupos políticos sobre sus espaldas. No hay que perder de vista que con la actual composición parlamentaria el protagonismo de las Cámaras Parlamentarias se acrecienta. Será fundamentalmente el hombre de la gestión política del proceso de pacificación del País Vasco desde la cartera ministerial que pasará a ocupar y -no lo olvidemos- un experto en materia electoral. Junto con la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega y el ministro José Antonio Alonso formarán el «núcleo duro» del Gobierno. Entra, como titular del Ministerio de Educación y Universidades, Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo, «para dar continuidad a la labor de María Jesús San Segundo y desarrollar las reformas pendientes (en materia de universidades)». Fue, por lo demás una apuesta personal de Rodríguez Zapatero en las listas al Congreso por la circunscripción de Madrid. Y continúa así manteniendo la paridad de sexos en el Gobierno. José Luis Rodríguez Zapatero, en la «cresta de la ola», ha hecho su «ajuste fino». El que ha querido. Y con el que presumiblemente pretenderá llegar al final de esta legislatura. Ante el rumor y declaraciones de los representantes de la derecha anunciando tiempos de crisis, de cambios profundos en el Primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y los he chos y la realidad testaruda yo me pregunto: Crisis de Gobierno, ¿Que crisis?.