AL TRASLUZ
Pobre Judas
PRONTO llegará a las librerías la traducción de un manuscrito gnóstico que dicen redimirá a Judas, al mostrarlo como fiel cumplidor de órdenes divinas. La máquina de hacer dinero está en marcha. ¿Necesita el apóstol ser redimido? Personalmente, nunca lo he percibido como el gran demonizado, más allá del rechazo de su deslealtad. Nuestra racionalista civilización apenas cree ya en ese pesado fardo de sombras llamado remordimiento, aunque silenciar una voz interior no siempre evita su eco. Hitler no se suicidó por sentimientos de culpa, sino para no ser hecho prisionero; la suya fue la honorabilidad del monstruo; en cambio, Judas fue su propio juez y verdugo, se ahorcó por dolor y vergüenza. Es en el perdón donde el cristianismo tiene uno de sus argumentos fundamentales, no en la condena del apóstol traidor. En definitiva, ni quita ni pone nada al mensaje revelado que Judas actuase siguiendo directrices o por treinta monedas; aunque esta polémica -que bien centrada ofrece aspectos de indudable interés- será una buena ocasión para la verborrea barata, tanto de los puritanos como de los anticlericales. Y aquí estamos mientras, en este mundo herido, jugando a descubrir lo que ya estaba descubierto, más interesados en los misterios inexistentes que en los reales, en el espejismo que en la verdad. Pobre Judas, pobres nosotros. ¿Cuántos horrores nos contarán hoy las noticias? Cabe en un segundo el tiempo que tardaremos en haberlas olvidado. Pobre Judas, pobres nosotros. ¿Necesitamos hallar un papiro para saber que dos y dos son cuatro?