Diario de León

TRIBUNA

Zapatero y la II República

Publicado por
Jaime Lobo Asenjo
León

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EN una intervención en el Senado de España, José Luis Rodríguez Zapatero, ha proclamado y elogiado los valores de la II República y ha dicho que «la España de hoy, la mira con orgullo y satisfacción». Rodríguez Zapatero, como viene siendo su costumbre, en su última perorata pública, como dice Carlos Herrera, identifica la parte con el todo, confunde España con «su» España particularista y radical, pues nadie, y somos muchos, de los que aceptamos como punto de partida 1978 y no 1931 como modelo de futuro y convivencia, podemos mirar con orgullo y mucho menos con satisfacción, una época en la que la concordia vivió sus horas más bajas, y que llevó a los españoles a un enfrentamiento sin precedentes. ¿De verdad creen ustedes que es medio normal, reivindicar a estas alturas, la historia de un error sin precedentes y de un gigantesco fracaso colectivo? Pues para Rodríguez Zapatero, parece ser que sí, empeñado como esta, en hablar y lo que es peor en gobernar para media España, con un desprecio absoluto de la otra media, reconociéndose continuador de la II República. Señor Rodríguez Zapatero, contra lo que usted asegura, una gran mayoría de españoles, entre los que me cuento, no miran a la II República con ningún tipo de satisfacción, más bien lo hace con recelo, y con dolor, pero sobre todo con irritación y hastío, con el ferviente deseo de convivencia y de que no se repitan errores del pasado, ocurridos hace nada más y nada menos que 70 años. Ítem más, con su extemporánea exaltación de los valores de la II República, Rodríguez Zapatero, parece que quisiera relegar a un segundo plano, y que no se reconozcan, ni los valores de la transición ni el papel jugado por la Monarquía de Juan Carlos I en la consolidación de la democracia en España. Yo creo, que, como en estos pasados días, ha parlado tanto con Maragall, Artur Mas, Carod Rovira, etcétera, se ha quedado con un proverbio catalán que dice: «Roda el mon y torna el born» que más o menos quiere decir, andar y más andar para volver al punto de partida. ¿Así puede concretarse el periplo al que nos quiere conducir José Luis R. Zapatero? Esa República que tanto parece admirar ZP, es decir la época que va desde 1931 a 1936 y que fue un camino ilusionado, en el que los españoles pensaron que se iban a desterrar para siempre tanto los fantasmas de la revolución como la realidad de las desigualdades sociales y que iba a suponer el acercamiento de España a la modernidad, se tradujo muy pronto en un caos de ineficacia y radicalismo, fue una época turbulenta y sectaria, repleta de huelgas revolucionarias o de revoluciones contra el sistema, como las de Asturias y Cataluña en el 34, luchas callejeras, atentados, quema de conventos, iglesias y universidades o tristísimos episodios como el de Casas Viejas, en el que una insurrección anarquista, fue reprimida por la admirada República de Rodríguez Zapatero con el resultado de 22 rebeldes, muertos y 12 fusilados. La Ley de Defensa de la República, promovida por Azaña, permitió al Gobierno republicano, ese al que tenemos que admirar, según Rodríguez Zapatero, actuar al margen de la Constitución, lo que propició detenciones sin acusación, deportaciones, cierre de periódicos, etc., y con el posterior advenimiento del Frente Popular, la democracia fue debilitándose aún más y con mayor rapidez, hasta desaparecer tras las elecciones municipales de febrero de 1936. Este declive, llevó a varios «padres espirituales» de la República a proclamar su decepción, así Ortega y Gasset exclama «no es eso, no es eso» o Pérez de Ayala que llama a los gobernantes republicanos «mentecatos y desalmados» o Don Gregorio Marañón que sentencia de modo fulminante refiriéndose a los mismos «tendremos que pasar varios años maldiciendo la estupidez y la bellaquería de estos cretinos criminales». ¿Acaso eran estos intelectuales españoles unos fascistas consumados? ¿Diría Rodríguez Zapatero que representaban a la caverna derechista? A mí me parece, que mucho más positivo que hablar y hablar tanto, de las cosas del pasado, sería mejor preocuparse de las del futuro, si no fuera porque ahora mismo, estamos asistiendo a intentos, como el de Rodríguez Zapatero, de hacer tabla rasa de la transición, que con los fallos de toda obra humana, nos legó una Constitución, la de 1978, aprobada por consenso de todas las fuerzas políticas, consenso en el que todos hubieron de ceder en algunas de sus posiciones y que nos ha permitido a los españoles una convivencia más que razonable, con gobiernos alternativos incluso, durante estos 25 años, en los que además, se han conseguido las cotas de bienestar y progreso más altas de nuestra historia. Pues bien, si esto es así, que lo es, ¿por qué numerosos políticos e intelectuales de izquierdas, entre ellos Rodríguez Zapatero, se muestran descontentos y añoran, y pretenden que todos añoremos aquella vieja y convulsa República? Yo creo que el conocimiento y no el falseamiento de la historia debe servirnos de alerta sobre experimentos pasados. ¡Los experimentos con gaseosa!

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