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Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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LOS RELÁMPAGOS son como la rúbrica de Dios. No firma con tinta «pelikán» ni con bolígrafos «bic». Lo hace con la tecnología láser antes de que fuera inventado el láser. Siempre he escuchado, desde la infancia, que Dios escribe con renglones torcidos para transmitir su recta exactitud. O que, a veces, es injusto para parecer más justo. Cuestiones teológicas al margen: anteayer cayó un rayo en Prioro, cuando los vecinos despedían a uno de los suyos hacia el más allá. Tal vez, hacia la nada. Las nubes se arremolinaron contra sí mismas, como si fueran maromas líquidas, y fabricaron una tormenta seca. Y la rúbrica de Dios sembró la desolación: veinte heridos, dos de éllos graves. Fue en Prioro, a esa hora lorquiana de las cinco de la tarde, municipio que es considerado como la despensa vocacional de Dios. Pudo ser una tragedia de grandes dimensiones. Por fortuna, todo se ha quedado en un susto monumental. No se teme por la vida de ninguna de las víctimas. Ante el suceso, que contó con todos los altavoces nacionales, la respuesta de las instituciones ha sido ejemplar. En un dato para la tranquilidad. Hubo coordinación y eficacia. Que la iglesia haya sufrido daños es lo de menos. Importa muy poco que la espadaña de la torre se haya desintegrado en pedruscos. También un vendaval derribó la espadaña de la torre de Villamañán y fue reconstruida con exactitud. Perderá por un tiempo su función esencial: dar sombra. ¿Qué sería de las torres de las iglesias si no dieran sombra? ¿Y no quedarían también huérfanas sin que en ellas anidaran las campanas?. Lo esencial es que no hubo víctimas mortales, aunque pudo contárselas por decenas. Un funeral, en cualquier pueblo, es como un «dies irae». Para que el día de ira fuera total descargó el rayo su furia. No lo hizo abriendo en canal a una palera, o chamuscando piornos, o aturdiendo rebaños. Cayó sobre la iglesia en día de funeral. En la hora insufrible del adiós. Y además fue en Prioro, donde es muy raro encontrar una sóla casa sin un hijo/hija consagrada a Dios. Pero dejo de mirar las colinas de Prioro para posar los ojos en Cataluña, a la vera del Mediterráneo. El presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, ha remodelado su gobierno. Y, una vez más, parece que lo hace en su contra. Oposita a no repetir como candidato a «honorable». Para sustituir al conseller de Gobernación que llamó «demagogo españolista» al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha nombrado a a Xavier Vendrell, quien hace apenas quince días remitía cartas amenazantes a funcionarios del Ejecutivo catalán reclamándoles que cotizaran en favor de Esquerra Republicana. El asunto se está investigando judicialmente y, por supuesto, puede dejar al nuevo Govern de Cataluña a los pies de los caballos nada más estrenarse. Y con un añadido especial: teniendo por delante el referéndum del Estatut, en el que los socios van a votar de forma desunida. Pasqual Maragall ha perdido el olfato de los buenos vientos que repiraba cuando fue corregidor de Barcelona .

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