EL RINCÓN
La mayor diferencia
EN OTRA ÉPOCA se presumía de un hecho diferencial que abarcaba, no sin jactancia, al mundo entero. «España es diferente» proclamaba un eslogan muy popular y repetido que si bien se mira podían atribuirse todas las naciones. Ahora de lo que presumimos es de que nuestro país sea el que más países contiene.Las irreductibles tribus se sienten distintas, aunque disten muy pocos kilómetros. El cardenal Cañizares, por ejemplo, advierte de que «la realidad nacional» andaluza pone en «grave riesgo» la unidad. El Estatuto andaluz, para no ser menos, plagia al catalán, pero el experimento puede fracasar por falta de catalanes. Releo a Blas de Infante. Era todo lo contrario de un separatista o de un independentista. Deploraba que Andalucía fuera un pueblo de braceros. (No sospechaba que se convertiría en un pueblo de camareros). Estaba convencido, en su emocionante candor, de que el ideal a imitar era el Gran Capitán, cualquiera que fuese su graduación. ¿Qué diría si viviese el considerado papá de la tierra andaluza? Quizá, a pesar de sus buenas formas, tendría que referirse al comportamiento sexual de las madres de algunos de sus hijos actuales. La verdad es que cada vez tenemos que ver menos unos con otros, aunque sigamos mirándonos a la cara. La economía sigue siendo el mayor hecho diferencial que se ha descubierto hasta la fecha. Según la Asociación de Consumidores y Usuarios la cesta de la compra sale mucho más barata en unas ciudades que en otras, pero pagar los vidrios rotos nos va a costar lo mismo en todas partes.