Diario de León

CON VIENTO FRESCO

Problemas de memoria

Publicado por
JOSÉ A. BALBOA DE PAZ
León

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ALGUNOS Y ALGUNAS siguen con sus paranoias y sus fantasmas. Como nuevos inquisidores dan patentes de demócratas a sus partidarios, o satanizan, arrojándolos a la caverna, a los que no comulgan con su visión sacralizada e idílica de la Segunda República. En su sectarismo e ignorancia, no entienden que no es el discurso histórico sobre aquel tiempo el problema que se suscita; ni que nadie niega a los historiadores el deber que tienen de poner luz sobre los mismos, sacar sin miedo y analizar con rigor todo lo ocurrido en aquellos luctuosos años en que tantas tropelías se cometieron. Tampoco se discute la valoración positiva o negativa de las realizaciones de aquella época, aunque la mía, más crítica, no es tan optimista como la de muchos prorrepublicanos, ni siquiera en cuestiones tan alabadas como la educación, de la que muy pronto publicaré un libro en el que abordo esta cuestión. El problema que se suscita no es, pues, el discurso histórico sobre la República, sino el análisis político de por qué setenta y cinco años después de su proclamación, y tras treinta años de democracia, algunos políticos pretenden legitimar su política sobre los valores de la República e, interesadamente, olvidar como si no hubieran existido los cuarenta años de dictadura franquista y las luchas que en ellos llevaran a cabo los comunistas y otros sectores sociales y sindicales en defensa de las libertades y la democracia. No pretendo sacralizar esos años y esas luchas, en las que también hubo de todo, pero tampoco olvidar que la actual democracia tuvo su origen en ellas y no en los valores de la República; y que en esos años se pusieron de manifiesto otros valores, como el de la reconciliación o el papel de la Iglesia, que ahora se quieren laminar. Existen varias respuestas. Una tiene que ver con las consecuencias de la caída de los regímenes comunistas en la Europa del Este que ha dejado sin discurso a las izquierdas, que ven como sus diferencias con la derecha se hacen, en la práctica, imperceptibles. Esto, según el filósofo Gustavo Bueno en su último libro España no es un mito , ha provocado que «las izquierdas, sabedoras de su convergencia política con la ya evolucionada antigua derecha, y rencorosas por lo que ellas perciben como frustración personal, buscan el modo de mantener su distancia y su separación con la derecha, y como no la encuentran en el presente recurren a la memoria histórica. Memoria histórica que se sustancia, por ejemplo, en la rumia y el recuerdo de las posiciones que ocupaban las personas de su entorno (incluso amigos) en épocas pretéritas; con lo cual resulta que la oposición política izquierda-derecha va degenerando en un intento miserable de mantenerse frente a personas por razón de su militancia en antiguas bandas que hace ya muchos años que dejaron de existir». Esta memoria histórica algunos la retrotraen a un tiempo pretérito que casi ninguno ha vivido, es decir tiempo histórico y no memoria; por el contrario, el ingreso de muchos comunistas en el PSOE, ante su fracaso electoral, les ha arrebatado no el discurso, cosa hasta cierto punto lógica, sino su memoria personal. Muchos vivieron y sufrieron las luchas del PCE, partido que por su política de reconciliación nacional supo atraerse a muchos hijos del bando vencedor, como en mi caso; pero han olvidado ese pasado reciente y los valores forjados en esa lucha (por ejemplo el papel de la Iglesia, en cuyas dependencias tantas veces celebraron sus reuniones clandestinas). En su lugar han aceptado un discurso legitimador de la actual democracia impuesto por el PSOE, basado en los valores republicanos y en los políticos de aquella época, como si durante cuarenta años hubiera habido en España un tiempo sin historia y fueran los exiliados republicanos los artífices de la monarquía constitucional y no los que desde dentro lucharon durante años y pactaron, reconciliando las dos españas, con los franquistas para lograr una transición pacífica a la democracia y un régimen de prosperidad y libertades que dura ya treinta años. Es esto lo que a mi me produce tanta perplejid.

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