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León

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HAY DÍAS QUE SON tantos los temas posibles para la columna que se zurran entre ellos para ser el escogido. Hagamos criba. Tenemos el doble congreso de los leonesismos, pero lo descarto porque lo que me pide el cuerpo es escribir en profundidad sobre Alejandro Valderas, uno de nuestros mejores políticos, en el que se dan las tres capacidades indispensables: conocimiento, honradez y corazón. No estaría mal reflexionar sobre la pedrada lanzada por un seguidor de Izquierda Castellana contra una representante de Protección Civil, durante la fiesta de Villalar; sin embargo, sería dar publicidad a un bestia parda (además, me digo, toda la política tiende hoy a la brecha: apedrea el rival, rematan los propios). Muchas más noticias merecerían análisis: el empeño de algunos en angelizar la II República, y de otros en demonizarla (me quedo con quienes, desde una postura u otra, lo hacen con rigor histórico y respeto). También serían dignas de rapapolvos las palabras de Maragall sobre que España y Cataluña hablan de nación a nación (lo de los nacionalistas ya cansa); y de contundente crítica el atentado contra una ferretería de Barañaín. Incluso no sería mala elección ahondar sobre el esplendor y caída del Real Madrid, por olvidar que el deporte es arte y conducta. Valoro, sopeso, descarto y finalmente concluyo que la columna ha de ir sobre Valderas, cuya eficacia y entrega a sus ideales leonesistas -que no comparto- son ejemplares. Aunque debo aplazarla para otra ocasión, pues se me acabaron las líneas. El columnismo tiene estas paradojas.