Domingo para enmarcar

FUE UN DOMINGO de enorme actividad política e institucional. Y deportiva. La jornada fue gloriosa para el deporte español: el joven tenista mallorquín Rafa Nadal, en un intenso partido, venció a Roger Federer, número uno del mundo, en la final del Masters Series de Montecarlo; el atleta toledano Julio Rey se proclamó campeón del Maratón de Hamburgo y rebajó el record nacional; el ciclista Alejandro Valverde se impuso en la clásica más importante del mundo: la Liega-Bestogne-Lieja, en la que nunca antes había inscrito su nombre un espalol; el golfista Gonzalo Fernández se proclamó campeón del Open Asia; el motociclista Daniel Ribalta también subió a lo más alto del podio en la prueba de resistencia más glorificada bajo las estrellas: las 24 Horas de Le Mans. Y por si esto fuera poco, Fernando Alonso consiguió el segundo puesto en el Gran Premio de San Marino de fórmula-1 y amplió sus rentas en la clasificación para el Campeonato. Va como un bólido por su segundo título. Hagan memoria y quizá no recuerden una fecha tan jubilosa para el deporte español. Pueden pasar muchos años sin que se repita. Pero centrémonos en la actividad política e institucional, en la que Pasqual Maragall y Juan José Ibarretxe siguen desbarrando. El lendakari quiere sacarle rendimiento como sea al «alto el fuego permanente» de la banda etarra, y Maragall hace tiempo que perdió los papeles y los «vandreles». El gobierno catalán que preside parece el ejército de Pancho Villa. Mientras estos dos presidentes autonómicos desvariaban tanto como la pistola de plástico de Jandri, el mítico cantinero de la estación de Cistierna, José Luis Rodríguez Zapatero daba un mitin en la plaza madrileña de Vista Alegre para rotundizar con apoteosis los dos años de Gobierno socialista. Los dioses paganos y los «consultings» están con ZP. Sopla viento a favor. Aquí, casi sin levantar la mirada, comprobamos cómo las dos formaciones del leonesismo hacían una demostración de fuerza y se cumplían las previsiones en cuanto a la continuidad de los dirigentes. Entre tanto, en Villalar de los Comuneros, los partidos mayoritarios trasladaban a los ciudadanos de Castilla y León un mensaje de unidad por la reforma estatutaria. Habrá que ver cuánto tiene de real o de postizo. La nota negra la pusieron, dicho en metáfora, unos indeseables, parientes de HB, lanzando piedras contra el presidente Juan Vicente Herrera. Una de ellas alcanzó a la jefa del Servicio de Protección Civil, Cristina Gredilla. Una vez más han aparecido estas bandas en Villalar para ensombrecer la fiesta a los asistentes. Juan Vicente Herrera denominó como «memeces» a la fiebre por la nacionalidad que se ha apoderado de la autonomías y ahora tembién afecta a los políticos andaluces. Y no le falta razón. Por su parte, Ángel Villalba resumió la nueva porpuesta estatutaria socialista en que nadie sea más que nadie dentro de los límites constitucionales. Es algo con lo que tampoco nadie podrá discrepar. Pero está claro, en todo caso, que los debates políticos no pueden agotarse en debates territoriales. A los ciudadanos les preocupan también otras cosas.