Diario de León
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León

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La libertad sembrada por el escritor mexicano Sergio Pitol, recogida por los muros de la Universidad, que tampoco es lo que es, también ha decrecido, previo rescatarla de la literatura, quizás porque no se encuentre en otro sitio, nos recuerda que lo de hacer esto o aquello sólo existe en las letras. El reino de los pillos ha tomado reinado y lo primero que han metido entre rejas ha sido la bondad del decente. El derecho del más fuerte es la mayor tajada de libertad que se nos muestra. Las dominaciones económicas hacen corral en un mundo de gallineros. Realmente siento pánico ante la legión de esclavos posesivos que sólo aspiran a poseer. Les importa un rábano tu libertad, se la tragan maliciosamente. Por eso es tan importante promover seres humanos libres en una sociedad prisionera, presionada, aprisionada, apresada por los bárbaros de la argucia. No se hace libre a las personas cuando el camino es una trampa continua y constante. Miré los muros de la patria mía, como el poeta lo hizo tras el espejo del alma, y vi el contrasentido de la actuación con la palabra dada; divisé que la cultura deshumaniza, que hay leyes que atacan a la dignidad humana, enredos políticos que aborregan, conquistadores que te llevan al huerto donde la reineta es el embuste. Si no hay verdad entre lo que se dice y hace, la libertad tampoco nace. Donde no hay humedad no puede salir un manantial de versos. También les tengo miedo a esos liberadores de talante individualista que a golpe de puño levantan su libertad, pero no cuent an con la libertad del vecino, tan n ecesaria como la suya. Nos queda la literatura y poco más, porque la libertad de conciencia ya se han encargado de herirla, los dioses falsos de la retórica con altar en cada esquina, mediante adoctrinamientos y artimañas. Se han perdido tantas razones de libertad que de todas las especies me quedo con la natural, aquella que tienen las flores por donde no transita persona humana. Pido, pues, tolerancia para ser libre en un mundo de esclavos. Espero que don Quijote y Sancho, tan humanos y tan divinos, me dejen utilizar el disfraz de su verbo para no morir sin palabras y con los labios simulados. Santa libertad, la verdadera, quedo a tus pies para salir volando. Víctor Corcoba Herrero (corre electrónico). Le remito la presente a fin de que diga a sus redactores que tengan un poco más de esmero a la hora de recopilar las informaciones de los sucesos que cubren. Soy uno de los empresarios que participan en la construcción del edificio sito en el número 1 de la calle Luis Carmona esquina con Padre Isla, obra en la que el pasado jueves ocurrió un accidente que pudo acabar trágicamente, como reflej an en su edición del viernes 21 y que gracias a Dios, no sucedió. Decir que se ha derrumbado un muro de hormigón es algo bastante grave cuando no fue así, ya que lo que se derrumbó fue un talud de tierra que estaba entre dos muros y por debajo de otro, que ni se movieron. Puede parecer casi igual pero no es lo mismo. Verán, si un muro ya fraguado se derrumba puede ser, entre otras cosas, por su mala ejecución, por no tener solapas en la ferralla colocada, por no apuntalarlo debidamente si está en vuelo, o por no tener la cimentación adecuada, pero ninguna circunstancia se dio en la obra de referencia. Que se caiga un talud, aparte de otras muchas causas puede ser debido que la tierra no es un elemento homogéneo y al cual una corriente subterránea puede dejar en vuelo, como sospechamos que ha sido. Por otra parte, si un talud se derrumba encima de una persona puede salir viva, como ha sido el caso, pero si se cae un muro de hormigón como dicen en su artículo, vayan avisando al cielo porque de eso, no sale vivo nadie. Agradecido por su atención y su servicio, José Manuel Bartolomé Honrado (Villamuriel de Cerrato - Palencia).

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