Diario de León
Publicado por
ROBERTO L. BLANCO VALDÉS
León

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CUANDO, tras la proclamación de la Constitución y la subsiguiente aprobación de los Estatutos vasco y catalán, nuestras pobriñas regiones plantearon que querían una autonomía como la del País Vasco y Cataluña, se acuñó una fantástica expresión, que pronto hizo fortuna y que constituye hoy parte esencial de la jerga política española: la de «café para todos». Esa expresión, de tono despectivo, fue puesta en circulación por los nacionalistas con la intención de describir el proceso por virtud del cual la autonomía, supuestamente prevista sólo para unos -para ellos- había acabado siendo, sin embargo, ¡para todos! El por qué de la utilización del término café -en lugar de empanada, por ejemplo, que hubiera venido que ni pintiparado a la ocasión- es un misterio, desde luego, aunque no es el único misterio. No, lo más enigmático del caso es el motivo por el cual los nacionalistas creían tener un derecho al café del que debía privarse a andaluces, murcianos o extremeños. Como nadie en su sano juicio fue capaz de dar a esa cuestión una repuesta razonable, ocurrió entonces lo que tenía que ocurrir: que la autonomía se generalizó y todos acabamos gozando -o sufriendo, si es el caso- las muchas ventajas y los algunos inconvenientes de la actual autonomía federal. Pues bien, transcurrido un cuarto de siglo de esa historia, nos vemos en las mismas: con que todas las regiones -ya ha empezado Andalucía- acabarán por reclamar lo que las Cortes -con una irresponsabilidad inconcebible- concederán dentro de nada a Cataluña. «Región el último», cabría decir, si no fuera por las resonancias políticamente incorrectas de la frase. Hay, así, quien viéndose venir lo que está, seguro, por llegar, se ha adelantado a proclamar: «¡Tranquilos, que aquí no pasa nada!». O, mejor: «Aquí no pasará sino lo que ya en el pasado sucedió». Lo que es cierto... y no es cierto, al mismo tiempo. Pues es cierto, sin ningún género de dudas, que el modelo catalán, con el que los autores del Estatut pretendían diferenciarse de una vez por todas de regiones, regionalidades y otra chusma, acabará siendo -ya algunos lo anunciamos- modelo general. Pero no es cierto que, tras esa generalización, no pase nada. ¡Vaya que si pasará! Pasará que con el café, copa y puro (pues de eso se trata ahora) para todos, el Estado español -el que garantiza la igualdad y la solidaridad territorial- quedará reducido a su mínima expresión. Y pasará que en lugar de una España de las autonomías gobernable, tendremos una España pre confederal ingobernable. Eso es lo que significa la ¡otra ronda! que ahora se le pide a las Cortes que nos sirvan.

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