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Publicado por
BERNARDINO C. GONZÁLEZ-HALLER
León

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EL 14 de Abril de 1931, día de la proclamación de la II República, la ciudadanía española -la que tenía sentido democrático- recibió con alegría la venida de la república. Creo que es un deber de los ciudadanos conocer su historia, por tanto, conocer los valores de II República. Pero lo relevante no es elogiar aquella república y, al mismo tiempo ésta monarquía, como hacen algunos. Antes de eso lo que procede es analizar las diferencias que hay entre república y monarquía. La lógica de la república es totalmente democrática, los ciudadanos tienen la opción de elegir y ser elegidos. La lógica de la monarquía es hereditaria, veta el derecho a elegir. Es evidente que, si no se cumple la condición de que los ciudadanos pueden elegir al jefe de su Estado, o ser elegidos, a la democracia le falta lo esencial. En la Edad Media cristalizó la idea de que el derecho del monarca era divino, hereditario e inviolable, por proceder directamente de Dios. Lo de divino, no tiene vigencia, pero lo de hereditario aún es sagrado. Los españoles con información, sensibilida d y conciencia colectiva no podemos estar orgullosos de nuestra historia. Sergio Pitol, en el momento de recibir el premio Cervantes 2005, recordó, en presencia del Rey, el papel de los exiliados en México. Los recordó así: «Aquellos peregrinos, heridos por una guerra atroz (...) nos enseñaron a ampliar horizontes...». Las guerras demuestran la irracionalidad de los poderosos que las provocan. Tenía razón Rousseau al decir que el hombre es un animal dominado por el instinto, sin otra regla de conducta que sus propios impulsos y sus propias fantasías. Si estudiamos la personalidad de los tres personajes que se hicieron la foto en las Azores, le tenemos que dar la razón a Rousseau. Cuando los que mandan se salen de los cauces de la razón e imponen sus intereses, la mayoría sufre las consecuencias. Este mes tan republicano (los portugueses han celebran la revolución de los claveles) procede preguntar a los ciudadanos ¿qué sienten cuando se habla de la República? Franco dijo, en tono amenazante, que lo dejaba todo bien atado. Sí analizamos la realidad social, observamos que la semilla de la cultura franquista sigue presente, unas veces de forma visible y otras simulada, pero está latiendo. Si ponemos en orden los hechos históricos, encontramos que la monarquía es imposición del Franco. Pensar que vivimos en democracia plena sin tener la opción de votar periódicamente al jefe del Estado, equivale a limitar la libertad y a falsear la esencia de la democracia.

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