Esperpento catalán

MONTILLA ha dicho, con toda la razón, que la actitud de Esquerra Republicana en relación al referéndum sobre el Estatuto de Autonomía es impropia de un partido de gobierno y más adecuada a una formación extraparlamentaria, radical e inmadura. En efecto, la dirección de la segunda fuerza del «tripartito», encabezada por Carod-Rovira, ha optado por pedir «preferentemente» el voto nulo, que se lograría por le procedimiento de escribir una frase impropia en la papeleta de voto; por ejemplo: «Queremos el Estatut del Parlament. Somos una nación». Hasta Maragall, tan contemporizador con sus socios porque los necesita para seguir en el sillón, ha pronosticado que los catalanes «no se dejarán engañar» por quienes pretenden el fracaso del nuevo Estatuto. Con todo, se extiende por Cataluña una creciente sensación de cambio, que con toda probabilidad se materializará no mucho después del referéndum de junio: no parece posible que el «tripartito» sobreviva al éxito del «sí», que irá seguido a buen seguro de nuevas aproximaciones entre el Gobierno y CiU, que ya no disimulan su luna de miel.