Diario de León

EL MIRADOR

La otra cara del problema boliviano

Publicado por
XOSÉ LUÍS BARREIRO RIVAS
León

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JALEADO por Chávez y Castro, y prendido a la demagogia que le llevó a ganar las elecciones, el presidente Morales acaba de lanzarse a una pendiente de estatalización de la economía boliviana que sólo presagia empobrecimiento y corrupción. Después de la nacionalización de los hidrocarburos, que se consumó el pasado día 1, esperan turno las intervenciones sobre los sectores minero y forestal, además de una amplia redistribución de tierras de cultivo que nada tiene que ver con el impulso a una agricultura moderna y bien capitalizada. Vaya pues por delante mi total desacuerdo con este tipo de políticas, y con muchas de las dinámicas que se esconden detrás del indigenismo emergente. Pero una cosa es hacer un diagnóstico basado en nuestra cómoda y lejana visión del problema y otra muy distinta el no reconocer que detrás de las equivocaciones de Evo hay otros errores de bulto imputables a la peculiar relación que mantienen los países ricos con los más pobres. Porque si no hacemos compatible la gestión de nuestros intereses con la rebaja de las tensiones que afectan a países que suministran recursos básicos para nuestro desarrollo, seguiremos alimentando a los salvapatrias de toda condición que empiezan a pulular por América Latina. Cuando un chaval abandona sus estudios, o se mete en la droga, lo hace bajo su responsabilidad. Pero esa afirmación, absolutamente cierta, no exime a sus padres del deber de preguntarse si educaron bien a su hijo, y si le aportaron los recursos necesarios para su desarrollo moral e intelectual. Y algo similar deberían hacer las naciones avanzadas cuando un país como Bolivia se desvía de las pautas económicas y políticas que consideramos rectas y adecuadas. Porque es muy posible que nuestras actitudes y nuestro modelo de explotación estén en la base de este izquierdismo populista que sólo florece en ámbitos políticos caóticos y asolados por la pobreza, la desigualdad y la falta de horizontes. A Bolivia no le esperan buenos tiempos. Pero tampoco nosotros tenemos futuro si dejamos que el caos político y económico, o la injusticia social más flagrante, se extiendan por todos los países de nuestra constelación social y económica. Pensar que nuestra economía puede estabilizarse a base de mamporros y conflictos es una locura. Y no darnos cuenta de que las sociedades en crisis exportan al primer mundo todas sus miserias es como vivir en Babia. Porque en un mundo globalizado no sólo circulan la democracia y la riqueza. También lo pueden hacer -y ya lo están haciendo- la dictadura y la miseria.

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