Diario de León

CUENTOS DEL SIGLO XXI

El país de Tupilil

Publicado por
VICENTE PUEYO
León

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¡¡VENID, queridas y bajitas criaturas, hoy se abre la Feria del Libro Infantil y Juvenil!! Vengo para anunciarlo desde el país de Tupilil donde el mundo está al verrés. Pero no lo echo de menos porque aquí, por lo que se ve, está también todo tapas abirra, como en mi nación, donde todo se invoprisa, donde el amor es roma y rama es amar. Venid niños y no tan niños. Conoceréis el país de países de Yahoo, Babelópolis y la isla de Glubbdubdrib. No es un batraluengas, no, es que se llama así la isla de los hechiceros que viven abrumados porque son los encargados de coleccionar los errores de los hombres. No dejéis que os engañen; apagad la televisión bobaloquinos. Deberías saber que la televisión puede darnos muchas cosas... salvo tiempo para pensar. Esto no lo digo yo, lo dijo la escritora estadounidense Bernice Buresh. Otro escritor italiano muy cachondo, Isidoro Loi, también se metió con la tele: «Los matrimonios jóvenes no se imaginan lo que deben a la televisión; antiguamente había que conversar con el cónyuge». Y otro al que deberiais conocer, Herman Hesse, también dijo cosas muy interesantes de las que hacen meditar: «La divinidad está en ti, no en conceptos o en libros...»; fijaros, en ti, ni siquiera en los libros; pero sí es verdad que los libros encienden luces que ayudan a caminar. Porque leer es caminar y viajar: ¿qué otra cosa podría ser?. Viajar sin moverse del sitio. Nada más barato y divertido. Y gratificante. Al llegar a la estación donde vive el poeta Khalil Gibran se os pondrá un velo de asombro en los ojos: «...Debe haber algo extrañamente sagrado en la sal; está en nuestras lágrimas y en el mar». Y si os detenéis en Dogala, muy cerca de Tupilil, podréis visitar la Escuela de Matemáticas donde las fórmulas y los teoremas se escriben en unas obleas con tintura cefálica y, cuando se comen, transportan rápidamente los teoremas hasta el cerebro. ¡Sin estudiar! ¿No es increíble? Pues más increíble puede ser que una niña se haga amiga de un ruiseñor y que éste acabe salvándole la vida. Pero es muy cierto. Pasa en el mundo de las hadas saladas, amigas de Martín Garzo. Y es que «no hay nada, si se desea con suficiente fuerza, que no llegue a cumplirse».

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