EL MIRADOR
Afecto del PSOE a la Iglesia
LA IGLESIA ES NOTICIA y mensajero, lo ha sido siempre, en el transcurso de los últimos días. Está encargada de transmitir a la Humanidad el mensaje de Jesús de Nazaret y, al mismo tiempo, es una mega estructura humana en la que se producen noticias. Ha sido noticia que algunos obispos se manifestaran en la calle contra decisiones del Gobierno socialista, y tocados con gorros de jugador de baseball , y esta semana eran noticia las negociaciones entre el Ejecutivo y la Conferencia Episcopal para resolver de una vez por todas el problema, tan traído y llevado y objeto de tanta polémica, de la financiación de la Iglesia, cuyo presupuesto anual no se ve enteramente cubierto por los ingresos que los contribuyentes destinan en sus declaraciones de la renta a la casilla correspondiente. De pocas negociaciones puede asegurarse que van a terminar bien, pero del fin satisfactorio de éstas pueden ofrecerse ya ciertas garantías. Varias medidas laizantes y alguna posiblemente antinatura del gobierno socialista han irritado profundamente a la iglesia católica, a la cual no se le había consultado ni ofrecido intercambio de opiniones, tal vez porque el Ejecutivo adivinaba la oposición rotunda que se ha producido. Pero en ningún momento se ha cortado el diálogo, ciertamente fluido, entre el Episcopado y el Gobierno, sobre todo a nivel de cuadros intermedios, lo cual es lógico, pues los obispos viven en una tradición arraigada en veinte siglos, y en el Partido Socialista, de aspecto laico y agnóstico, hay corrientes minoritarias, pero fuertes, de militantes hondamente cristianos. El Partido Socilista nutrió al final de la dictadura franquista el movimiento inorgánico Cristianos por el Socialismo, y no debe olvidarse que fue un presidente socialista del Gobierno, Felipe González, quien impulsó las obras para terminar la construcción de la catedral de La Almudena, de Madrid, galvanizando voluntades desentendidas y hasta la de los vecinos de la zona. Se escribieron entonces algunos artículos con cierto humor sarcástico sobre un hecho inimaginable, por ejemplo, en la ahora recordada segunda república. Ahora pretende la Iglesia que lo que en las declaraciones de la renta se destina a su casilla aumente del 0,5% al 0,8%, y de esa forma cree que el déficit quedaría cubierto, y el Estado no tendría que poner dinero de sus arcas. De los contribuyentes que marcan con una equis la casilla Iglesia piensa obtener la Conferencia Episcopal ciento treinta millones de euros, por lo que el Gobierno se verá precisado a entregar otros doce millones que completen el presupuesto eclesial, de ciento cuarenta y dos millones. Un católico de tan claro testimonio como el socialista Francisco Paco Vázquez, el nuevo embajador de España en el Vaticano, lleva a Roma entre sus principales tareas la de mejorar las relaciones entre el Gobierno de José Luis Rodríguesz Zapatero y los obispos, y basta recordar la presencia de purpurados en las ceremonias que organizaba el recientemente dimitido ministro de Defensa, José Bono, o al rector Gregorio Peces Barba en la tercera universidad madrileña para deducir que si la proporción de católicos en la militancia socialista se corresponde con la que se registra en los niveles más altos del partido, en el Partido Socialista encontraría siempre la Iglesia receptividad y afecto. Todavía no se ha elevado la negociación entre Iglesia y Estado a nivel estrictamente político, pues se están ultimando cifras y detalles a nivel puramente técnico, que es la estación previa, pero cuando todo quede acordado, podrán reunirse en un acto abierto a los medios de comunicación las jerarquías eclesiales y las del Gobierno, y la imagen resultante entonces difuminaría el recuerdo de otras escenas recientes en las que parecían enfrentadas ambas partes.