Diario de León
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En esta sociedad castrada de voluntad y ética, donde algunos gastan a rajatabla lo que no han ganado por méritos propios, nos encontramos las calles de nuestras ciudades preñadas de indigentes abandonados a su suerte por el Estado mal llamado de bienestar social o neosocialista. La invocación a la miseria exterior, pero la negativa a solucionar el problema nacional es un insulto intolerable, a una comunidad nacional que de nombre se hace llamar democrática y en algunos casos cristiana. El que escribe esto, no hay semana que no tenga que rascarse el bolsillo, dando dinero a indigentes nacionales, y el colmo, también extranjeros. ¿Qué piensa hacer al respecto de este asunto, su graciosa majestad? ¿Seguir dando ejemplos vacíos delante de las cámaras propagandísticas de la televisión, oficial o semioficial, o tal vez, reducir su exagerado presupuesto personal, entregado de los impuestos de los contribuyentes?. Del Gobierno del PSOE, ya no hablo, porque sólo sirve para aparentar y engañar, como suele hacer habitualmente con los pobres obreros. En definitiva una política activa individual y ciudadana para acabar con la miseria, en las calles, y fuera de ellas. Alberto Méndez (León). ¿Qué pensaba Zapatero cuando, en 1999, siendo diputado por León, presentó en el Congreso una iniciativa en apoyo de la Asociación de afectados por el Síndrome Tóxico que Aznar rechazó? ¿Por qué, siendo presidente, se ha olvidado de quienes, acuciados por la incertidumbre de su subsistencia, le dieron su voto, único soporte de su esperanza? ¿Tanto se resentiría la Caja de la Seguridad Social si concediese una pensión a los supervivientes de aquel terrorismo alimentario, como la reciben las víctimas de otro tipo de terrorismo? ¿Cuántas muertes ha causado el síndrome tóxico, aquel «bichito» que, si se cae al suelo, se moría? ¿Está su gobierno socialista, señor Zapatero, esperando que el goteo de muertes que se siguen produciendo aumente ahora por el hambre? ¿Es una forma de librarse de tan molestos y pedigüeños vecinos? ¿Se acuerda de aquel año, 1999, señor Zapatero? ¿Le gusta, quizá, que le supliquen el cumplimiento de la justicia? ¿Qué queda de sus promesas? ¿Espera a la próxima campaña electoral? Quizá entonces ya no queden afectados a los que prometer nada. Aquilino Laserna Perea (León). Sandra (León).

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