PANORAMA
Los nuevos líderes europeos
ESTÁ CLARO que los viejos dirigentes europeos ya no dan más de sí y que, desde su debilidad, lejos de construir y potenciar la Unión Europea, la están fragmentando o dividiendo. Por ello todas las esperanzas (y algunos temores) se centran en los relevos venideros, que deben seguir al que acaba de producirse en Italia, con el descabalgamiento del inefable Berlusconi. Antes ya se había registrado el cambio alemán que, conducido con pericia y consenso por Angela Merkel, ya ha concitado muchas esperanzas (crecientes, por cierto, porque la canciller sigue acertando). En el Reino Unido, la derrota del Partido Laborista en las recientes municipales es un anuncio del final político de Tony Blair, después de una larga etapa de esplendor, finalmente ensombrecida por su decidida participación, de la mano de Bush, en la guerra de Irak. Y en Francia, el final del presidente Chirac será también el del primer ministro Dominique de Villepin, dos populistas de centroderecha que no han dado más que pasos erráticos y cortoplacistas que han frenado la integración europea. Los cambios en Alemania, Italia, Francia, Polonia y Reino Unido constituyen la única posibilidad que hay de armonizar la UE y recuperar la Constitución europea, embarrancada en el referéndum francés. La posición de España, con dos años de Gobierno socialista, coloca a Zapatero entre los más veteranos del nuevo panorama político. Sería muy deseable que volviese su mirada hacia ese ambicioso horizonte europeo y se desentendiese de los debates nacionales más estériles. Desaparecidos los viejos complejos españoles, que nos impedían ver nuestras propias posibilidades, es conveniente centrar nuestra acción política en el ámbito europeo, del mismo modo que lo hacen muchas de nuestras empresas y de nuestros grandes bancos. España es un país cuyo crecimiento económico es seguido con mucha atención por nuestros vecinos y socios en la UE. Se trata de aprovechar nuestras ventajas, aprender de sus errores (para evitarlos) y lograr para España y para Europa un futuro sin sobresaltos ni descomposiciones. Los viejos líderes se están yendo. La esperanza está en los nuevos.