Diario de León

APOLOGÍA DEL BIEN

Hasta cuándo

Publicado por
BERNARDINO C. GONZÁLEZ-HALLER
León

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LOS QUE tienen el poder no necesitan manos, cuando actúan desde sus despachos, lo hacen a través de órdenes; y si actúan en público, lo hacen a través de discursos. El discurso de los políticos que tienen el poder siempre tiene un contenido positivo, porque lo que hay negativo lo ocultan o lo convierten en promesa positiva. El discurso, recubierto por la ideología dominante, descansa sobre la eterna repetición. La intención es justificar que lo que hacen es lo mejor para los ciudadanos. A este modo de comportarse lo llaman diplomacia, pero en realidad, por la falta de rigor científico y de respeto a la mayoría de los ciudadanos, es cinismo. Los demócratas de verdad, no los falsos demócratas, aplican, como dispositivo normalizador, la ética y la pedagogía centrada en los ciudadanos. La estrategia consiste en justificar las acciones a favor de sus intereses y de la clase a la que pertenecen por nacimiento o elección, y decir que es bueno para los ciudadanos. Adoptan ese comportamiento, porque saben que los ciudadanos somos poco doctos y muy dóciles y les dejamos hacer. Aquí hay poca democracia y mucha ambición: juegan a permanecer en el poder, no para defender a los ciudadanos, sino para utilizarlos. El campo de operaciones económicas está atravesado por leyes que tienen más sombra que luz, de tal modo que los especialistas juegan utilizando las sombras ( todos los días lo comprobamos y sufrimos las consecuencias). Democracia no es votar cada cuatro años a los sujetos que presentan los partidos, es analizar y participar. Todas las deficiencias y disfunciones tienen detrás un grupo político, asistidos por técnicos de su confianza que trabajan a la sombra y con los espacios que deja la ley. Por tanto, son responsables de lo que sucede. Ahora bien, cada caso, y cada momento tiene sus matices. Concretamente, ahora, en León, quizás por iniciativa de las direcciones de los dos partidos mayoritarios que llegan a consensos, se está construyendo, imposible en democracia real, un modo de hacer política en el cual el poder se realiza por un grupo reducido de personas que, en vez de profundizar en la democracia, consolida la oligarquía. Desde luego, esa práctica está a años luz de lo que es el espíritu del socialismo y aún de la socialdemocracia. Favorecer a un grupo de esa manera, tiene consecuencias negativas sobre los ciudadanos: el Ayuntamiento y la Diputación se empeñan cada día más y, sin embargo, sus gestores son muy generosos dando subvenciones innecesarias a algunos. ¿Hasta cuándo? Necesitamos inteligentes honrados. Listos nos sobran.

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