A CAMPANA TAÑIDA
Signos de degradación (1)
ES EVIDENTE que la situación política se está degradando cada día. Veamos hoy los dos signos más aparentes de tan preocupante proceso. Primero: una sentencia judicial ha condenado a tres policías por detención ilegal, falsedad en documento público y coacciones a subordinados. Esto le ha costado el cargo al Delegado del Gobierno en Madrid, para parar el escándalo de las primeras detenciones políticas de la democracia. La sentencia dice que existe la sospecha de que la actitud del dimitido hubiese influido en los delitos de los hoy condenados. Se alegó que no hubo detención, pero la sentencia es clara. Cuando a alguien le llevan a comisaría, le leen sus derechos y consignan lo que dice en un papel titulado «acta de detención», ¿cómo hay que llamar a eso? El primer atestado fue destruido y a un policía se le cesó por no plegarse al enjuague: la sentencia dice que el cesado actuó correctamente. No se lo esperaban. El gobierno y su partido han perdido los nervios. Las declaraciones de López Garrido no se pueden tragar ni con aguardiente: reprocha al PP no condenar unas agresiones que la sentencia dice que no existieron. Zapatero salió en el Congreso con el «y tú más», a falta de argumentos para no admitir responsabilidades políticas. El y sus acólitos están muy ocupados con culpabilizar al PP de todo, incluso del franquismo, de la guerra civil, de la paz de Westfalia y hasta de los Innumerables Santos Mártires de Zaragoza. Pero olvidan que un gobierno debe sujetarse a la ley. A fin de cuentas, el único gobierno de la democracia que ha tenido a la cúpula del ministerio de Interior procesada o en la cárcel era socialista (GAL, Lasa y Zabala, Marey) y la única detención política de la democracia ocurre con un gobierno socialista. Y encima se enfadan porque alguien les ha dicho que España no es su particular cortijo. Segundo: los perfumes de Barcelona, y con éste ya van cuatro efluvios, cuatro, suficientes para gasear a un país entero con la pestilencia política que nos viene de aquellos andurriales, donde gobierna un tripartito que se ha convertido en un pandemonium: todos a tortas. Se empeñaron en engendrar un Estatuto que jurídicamente es un bodrio y socialmente es insolidario. Y que la mitad de los catalanes no querían. Ahora, para poner más carne en el puchero, los nacionalistas-republicanos se abstienen en las Cortes y no votarán el Estatuto en el referéndum. Carod habló con ETA y un consejero puso bombas hace 15 años, pero quieren seguir en el gobierno. Ese es el quinto imposible metafísico, algún día diré los otros cuatro. El president Maragall no tiene más remedio que echarlos y convocar elecciones si le deja su propio partido. Está completamente amortizado aunque trate de mostrar autoridad, pero los suyos no quieren que vuelva a ser candidato a president, que ya basta con una sola experiencia ¿Ustedes lo entienden? Si es así, suerte tienen, porque los más eminentes politólogos nacionales y del extranjero no consiguen explicarse tal tejemaneje de situaciones sin pies ni cabeza. Así que el enigma de esta semana vuelve a venir rodado: ¿quién debe de copiar doscientas veces el refrán «lo que mal empieza, mal acaba»?