Ringo y Neofrón

DA GUSTO acudir a Palacios de Compludo y contemplar el esplendor de la Reserva Ornitológica a los pies de las moles del Becerril y del Picueto. Las alisedas del río Compludo y arroyos Tegeo e Hiruela, los robledales del Carballar, los castaños del valle del Oso y los abedules de Fonfría resplandecen de verdor, formando el mejor reducto forestal del Bierzo, librado milagrosamente de los fuegos que una serie de hijoputas han prendido en el término de Bouzas. Hay que felicitar a los autores del milagro: Tyto Alba, la Sociedad Española de Ornitología y la asociación de vecinos El Nogal, con el apoyo del ayuntamiento de Ponferrada que cede los montes para destinarlos a conservación de la naturaleza. Una cincuentena de estudiantes y zoólogos hemos pasado el fin de semana aprendiendo a censar aves, ahora en pleno apogeo de cantos territoriales e incubación en sus nidos. Los ecologistas de Tyto Alba nos han enseñado su acción de recuperar las terrazas de cultivo abandonadas, en las que el esplendor del centeno y los arvejos suponen un maná para liebres, perdices, alondras, pardillos y escribanos, atentos a los vuelos de caza de las raras águilas reales que aún resisten en los Montes Aquilianos. La Fundación Territorio y Paisaje, de Cataluña, financia el proyecto. Los aclareos del piornal con brezos de solana, han abierto campas de pastizal que afinan a diente los ayudantes cuadrúpedos: Céfiro y Lobera, la pareja de burros zamoranoleoneses, y Rubia, la noble yegua española. Estos brutos que cooperan a que la pradera no se matorralice y termine en sardón con riesgo de cerillazo, han tenido sus primeros vástagos, tras treinta años de vacío ganadero en un pueblo que llegó a tener 3000 cabezas. Los neonatos son Ringo, buche peludo y negruzco, y Neofrón, el potrillo cuyo nombre latino es el del alimoche, la rapaz blanquinegra y carroñera de la que sólo sobrevive una pareja en el Bierzo. Vida y esperanza en un pueblo escapado de la ruina.