Releer León

LEER LEÓN. ¿Un éxito? ¿Una osadía, un despilfarro? In medio, virtus decían los latinos. Quizá lo más claro de todo sea esa sensación agridulce que ha dejado esta iniciativa impulsada por leoneses con mucho mando en el foro. Una cosa es la primera: si todo tiene un precio, que lo tiene, y lo dejamos en esa cifra oronda que circula y que es de esperar se cubra finalmente por las instituciones -1,6 millones euros-, la exigencia final debiera ser mucho mayor. La «rentabilidad cultural» es algo tan importante como difícilmente mensurable pero al final, las cosas se sostienen si hay racionalidad y equilibrio y todo acaba traduciéndose en terminos económicos como bien saben las editoriales que aceptaron la novedosa apuesta que se les hacía desde el lejano noroeste. Resulta innegable que un escaparate de este tipo es el mejor imaginable para una ciudad que pretenda abrirse al mundo y precisamente por eso cuesta trabajo criticar lo que es una aventura en ciernes. Pero, en la próxima edición, convendría «leer» más despacio. Para empezar, el hecho de que el consenso político que rodeó la iniciativa no pueda calificarse de ejemplar dice poco en favor de quienes debieran tener perfectamente clara la importancia de la lectura. Más: la «presencia» en la web de la Feria es, din duda, manifiestamente mejorable (algo vital en un certamen de esta naturaleza). El amplio ramillete de actividades pecaba de excesiva dispersión; faltaban nexos, elementos que hicieran más comprensible el conjunto y facilitaran al visitante una visita más racional y provechosa. Al no resultar fácil centrar la atención en lo que cada cual podía considerar de su interés (ciertamente abrir la feria comercial cinco días despues de la cultural complicó más el laberinto), uno llegaba sin una idea clara de lo que podía hacer y salía con una cierta sensación de desconcierto. Por último, que el 70% del presupuesto se vaya en la «infraestructura» es una desmesura. Mucho queda por leer.