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JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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CUANDO abran hoy los cuarterones de este balcón, la delegación leonesa que viaja a México estará en pleno vuelo sobre el Atlántico. Es la retaguardia de Agelco. Ya están hace un par de días en tierras aztecas el corregidor, Mario Amilivia, su séquito municipal, provincial, miembros de la Cámara de Comercio y de la Fele. Han acudido a México para entregarle la titulatura de mejor empresario leonés en el exterior al nonagenario Antonino Fernández, quien fuera patrón del imperio que fundó don Pablo Díez con un estandarte universal: la cerveza Coronita. Es un galardón merecido. No sólo por haber sido patrón, sino por su vinculación con León, en el que ha continuado generando proyectos sociales de gran entidad. Ojalá que el ahora factótum, Carlos Fernández, sobrino nieto del patriarca, continúe ejerciendo de leonés. A este viaje le han puesto crítica sordina algunos leoneses. Denuncian la desproporción, no la justicia del galardón. En síntesis: Antonino Fernández merece la medalla de oro, pero sería más austero que él acudiera a recibirla, y no que una nutrida delegación se desplace a México. Una crítica pueblerina. Nadie cuestiona pagar una tarifa millonaria a Sakira, por ejemplo, pero sí se escudriña en un viaje institucional. A la misma hora, otra riada de españoles, con medio centenar de leoneses, vuela hacia París. Llevan bufandas y gorras blaugranas y saben de memoria el himno del Barça. París siempre vale una misa. Hoy, una Copa de Europa. Barça y Ársenal buscarán hoy el título en Sant Denis. Los espectadores del mundo estarán pendientes del encuentro. Yo también. Soy culé. Quizá por ello no creo en el favoritismo. Hace muchos años, uf, muchísimos, cuando sólo la radio transmitía la emoción, escuché con asombro de niño la final Benfica/Barça. El ya fallecido Matías Prat, maestro radiofonista, me provocó lágrimas de sal. Cantó y contó no menos de cuatro disparos azulgaranas al poste, paradas mágicas de Ramallets, al que bautizó como «El gato con alas», y no sé qué purpurinas más. Al final, el Barça cayó: 3/2 fue el resultado final. Tampoco imagino cuál será el resultado final del sueño al que aspira la Asociación de Amigos del Ferrocarril. Ha vuelto a denunciar que en los proyectos de soterramiento del Ave a su paso por León no está contemplada la instalación de un Museo del Ferrocarril, tal y como se ha venido reclamando desde hace años. Yo creo, sin embargo, que este Museo es imprescindible para León. Lo avalan razones de la propia historia de la ciudad. En su último siglo y medio León no se entiende sin el ferrocarril. Item más: aquí existe una Asociación de Ferroviarios vocacionales que tienen probado su amor al sector y una capacidad de restauración del viejo material muy importante. Ya lo quisieran para sí otras latitudes. Y en definitiva, porque será el mejor homenaje y forma de valorar un medio de transporte al que, cuando algunos daban por acabado, se ha demostrado que va a ser el del siglo XXI con el Ave. La Asociación que preside Buenaventura Durruti ha restaurado tres locomotoras, está en plena faena con un electrotrén, coches de viajeros y vagones. No hay margen para la duda: el Museo del Ferrocarril tiene que formar parte del proyecto ferroviario para León. La Asociación tiene el respaldo y la simpatía de todos los leoneses. Ahí está el embrujo de la Mikado. Es otra apuesta de la vitalidad de la sociedad civil leonesa.

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