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DESDE LA CORTE

Los ojos destapados de la Justicia

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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¡QUÉ SUERTE tienen algunos! Viven peligrosamente, y se salvan en el último segundo. Cometen delitos, y se las apañan para no ingresar en la cárcel. Son condenados a prisión de forma reiterada, y encuentran un asidero legal para retrasar las rejas. Es como si disfrutaran de bula para estar siempre en el filo de la navaja y no caerse ni cortarse. Me refiero, como habrán adivinado, al señor Arnaldo Otegui Mondragón. Es noticia importante del día, porque el Tribunal de Justicia del País Vasco ha suspendido por tres años su pena de prisión, impuesta por el Supremo, por delito de injurias al Rey. No le libra de la cárcel, pero retrasa su ingreso 36 meses. Enhorabuena. Eso no está al alcance de todos. Leído el auto del Tribunal, no hay nada que objetar. Sus jueces tienen la misión de ejecutar la condena, y han atendido las razones de Otegui. Entienden que no es peligroso, y le aplican la doctrina más favorable del Tribunal Constitucional. Todo eso está muy bien, lo cual no impide decir que ha sido objeto de un trato piadoso, amigable, preferente. ¿Y qué decir del Ministerio Fiscal? Ha seguido la práctica de los últimos tiempos, que consiste en echar una mano al llamado proceso de paz. Lo normal hubiera sido que el fiscal pidiese el inmediato ingreso en prisión, tanto por tratarse de un justiciable poco grato, como por la persona injuriada, que es nada menos que el Rey. Lo que vaya a pasar con Otegui en estos tres años nadie lo sabe. Sólo sabemos qué ocurrirá en ese plazo: habrá elecciones locales, generales y en el propio País Vasco. López Garrido, que debe tener buenas pistas como presidente del Grupo Parlamentario Socialista que es, supone que Otegui encabezará un nuevo partido. Es una hipótesis de futuro como cualquier otra, pero quedémonos con la sugerencia, porque ésa puede ser la clave de la decisión. Sin jugar a futuribles, lo que está claro es que no conviene meter a Otegui ahora en la cárcel. Lo vienen diciendo los nacionalistas. Lo dijo la propia ETA cuando envió el mensaje de que debía cesar la persecución judicial de los «patriotas» vascos. Lo dijo ayer mismo el diputado del PNV señor Olabarría: «Quien puede ser interlocutor no puede ser perseguido sistemáticamente por la Justicia». Si esto es así, apaga y vámonos: la Justicia colabora en el diálogo con ETA. La Justicia no es ajena a los movimientos políticos. La Justicia, al menos en el País Vasco, arrima el hombro al éxito del proceso. No lo censuro: si la clemencia -o la vista gorda- contribuye a que no haya más terrorismo, la bondad del fin habrá justificado lo discutible de los medios. Pero que no nos sigan diciendo que la Justicia tiene los ojos vendados. Ni los tiene, ni quizá los deba tener.

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