Diario de León
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Del 28 de abril al 1 de mayo se celebró en Tenerife el segundo Congreso Nacional de Homeopatía, un evento histórico si tenemos en cuenta que el primero aconteció en 1929, antes de la Guerra Civil. Este era, pues, el primer congreso, tras 77 años. Aunque hayan pasado unos días conviene resaltar este acontecimiento no sólo, como ya he dicho, por su carácter históric o sino por congregar a más de 160 médicos homeópatas de todo el territorio nacional, (además de la participación de colegas de otros países). Se daba así especial significado a una de las leyes de la Homeopatía que la definen (Similia Similibus Curentur) y nos definen, ya que en él se unieron distintas tendencias homeopáticas. Es muy importante destacar que para los profesionales que allí nos congregamos, aparte de la riqueza humana y de conocimientos que supone, el sentido unificador que se vivió y manifestó ha propiciado una continuidad que se materializará en un próximo Congreso en 2008, previsiblemente en Valladolid. La Homeopatía, método terapéutico que tan bien conocen nuestros pacientes, está viviendo un momento histórico de mucho esfuerzo y trabajo en la consecución de un reconocimiento social e institucional. Su eficacia no admite dudas, constituyendo, en gran cantidad de ocasiones, por sí misma, la solución a múltiples problemas de salud física y mental, tanto en cuadros agudos como crónicos y en otras ocasiones acompañando y complementando los tratamientos alopáticos. Los médicos homeópatas, en el ejercicio de nuestra profesión tenemos en cuenta el restablecimiento de la salud desde un enfoque de seriedad y profesionalidad, y consideramos al ser humano como un todo integrado y como un ser único e individual en sus vivencias y en su modo de enfermar, todo lo cual hace de la aplicación del método homeopático una ciencia y un arte, que solo es posible reconocer en un acto médico (como lo ha valorado la Organización Médica Colegial -«OMC»), y ejercido por Médicos. En el acto de inauguración del congreso se hizo un breve recorrido por la historia de la Homeopatía desde sus inicios en Alemania por su fundador Samuel C. Hahneman, hasta nuestros días -hace más de 200 años- y que fue muy bien ilustrado por las siguientes palabras de Mahatma Gandhi, con las que yo finalizo esta breve noticia sobre este gran acontecimiento: «No te olvidamos, Dr. Hahneman,/ realmente la humanidad/ debiera decirte cuán eficaz es/ tu novedoso y refinado método de tratamiento,/ no violento y muy económico». Dra. Eva Moratinos Castrillo (La Bañeza). Con la venia de... «es hora, que seamos lo suficientemente desarrollados en mente y en espíritu, como, en tecnología y progreso social en nuestro existir racional. Estoy leyendo en Cartas al Director, la carta: «¡Qué tontería!» firmada por Ana desde Ponferrada. Sentir y sentimientos respetados, «compartidos» desde el recuerdo de los transmisores: Por la palabra. Recuerdos en sus mentes, de la vivencia, en el dramatismo de los hechos. Habla usted de su tío abuelo... Con mis respetos a sus sentimientos, yo le hablo de dos tíos abuelos, a quienes no conocí, pero que los relatos los situaban en los puntos opuestos a las proximidades de Ponferrada. Joven demócrata, por la referencia que hace de la cronología de su familiar, puedo asegurar que todavía le adelanto en edad, y por tal, la ventaja de disponer de una experiencia más abundante en estos términos. Con lo que explica, para llegar al posible lugar de la localización en cuestión. Señora: Así no se hace democracia, ni nada que se parezca. Perdone si soy crudo en la expresión y no participo de su sentir final. La sociedad española no puede olvidar su pasado, jamás. Pero eso sí, no puede vivir su futuro en el pasado. En estos setenta años, los años que formaron la página negra y fraticida del siglo XX, no nos permite presumir de demócratas, tanto en cuanto, nuestro compartir aceptando la propia historia, tal cual, su desarrollo se nos presenta. El desear transformarla en nuestro propio beneficio, nos priva de asumir con expectante realidad la calificación de demócratas. España (Hispania) lleva años, siglos y milenios llorando a sus muertos. Muertos de hambrunas, de pestes, de guerras, de razias, de conflagraciones mundiales y ahora: de terrorismo. Los de ahora, son tan víctimas de la sinrazón como los primeros. Por eso, hablamos de ello. Con el dolor, la amargura, no nos permite progresar hacia la aceptación del otro yo. Menos, ayuda a cerrar heridas que nosotros hemos padecido desde el recuerdo. Los españoles de hoy no debemos olvidar el drama, no por el drama, sino por las causas que suscitaron el drama. Entonces, estaremos aprendiendo la verdadera lección de la democracia y ejerceremos un aprendizaje real y democrático. Así nos capacitaremos para enseñar y educar en el arte de la vida en libertad a nuestros herederos en los derechos y libertades democráticas. Aunque para alguien sea seo: ¡Qué tontería! J. Falagán. (Villablino). Domingo (León; edición digital).

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