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Publicado por
JUAN VÁZQUEZ
León

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OTRA chatarra flotante con bandera de conveniencia, otra carga contaminante vertida al mar y otros tres marineros desaparecidos, a la deriva en el mismo Atlántico en el que siguen dos tripulantes del Dinish , el pesquero que se hundió en Gran Sol apenas 24 horas antes y que los responsables británicos de Salvamento Marítimo abandonaron después de diez horas de búsqueda. «Con el agua a esa temperatura, no hay ninguna posibilidad de que sigan vivos», dijeron. Y punto. Se acabó. Quizá sea porque las víctimas del Dinish son un senegalés muerto y dos gallegos desaparecidos, que seguramente para los ingleses convierte al suceso en menos trágico que si las víctimas fuesen súbditos de su graciosa majestad. Pero tal vez muchos suspiraron también aquí con alivio al saber que los desaparecidos en el naufragio de Canarias son ucranianos y bielorrusos. Y es que para embarcarse en una chatarra flotante como el Portland , con treinta años de servicio y bandera de Panamá, Malta, Liberia o Bahamas, hay que tener hambre, y parece que los muertos con hambre duelen menos en la parte empachada del mundo. Será porque también pierden menos. Estos naufragios no harán correr tanta tinta como el de la semana pasada, el del Movistar , un velerito de ocho millones de euros que si no ha entrado ya por ojo estará a punto; pero a éste sí que lo buscan todavía por cielo y mar por medio Atlántico, pese a que ya no lleva a nadie a bordo. Será porque éste sí que llevaba bandera española; aquí la de conveniencia era la tripulación, con sólo dos españoles de relleno en un equipo con capitán danés, dos australianos, un neozelandés, un sudafricano, un canadiense y un inglés. Hasta en medio del océano hay clases.

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