Diario de León
Publicado por
CÉSAR A. DE LOS RÍOS
León

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LO QUE para José Luis Rodríguez Zapatero es un «proceso de paz», para Otegi es la resolución del «conflicto vasco». Ninguna de las dos definiciones es aceptable pero de modo especial la del presidente, ya que con esta expresión está dando a entender que existe guerra entre el Estado y el País Vasco cuando se trata de una subversión terrorista. En cuanto a la expresión de Otegi conviene recordar que el «conflicto» se da con aquella parte de la sociedad vasca representada por los nacionalistas radicales. Señalada la falta de propiedad con la que las dos partes se refieren al hecho del terrorismo que azota al País Vasco desde hace cuarenta años, llama la atención la diferente forma del Gobierno y de ETA al referirse a los objetivos y los métodos del proceso. El Gobierno se limita a hablar de «diálogo» sin añadirnada más. ¿Por qué esperan que semejante propósito pueda tener un mínimo de credibilidad? Sobre todo cuando ETA se muestra absolutamente concreta, expresiva y terminante en sus aspiraciones. Para Otegi las negociaciones son claras: ETA declara el alto el fuego y el Gobierno debe asegurar unas condiciones que permitan el funcionamiento de dos mesas para las negociaciones. En torno a una, se sentarán el Gobierno y ETA; y, en la otra, los partidos vascos tratarán de todas aquellas medidas que consideren necesarias para lo que entienden como normalización. Por si hubiera dudas en las precisiones de Otegi, ETA ha recordado a través de 'Gara' sus exigencias básicas, esto es, una amnistía, la excarcelación de los presos, la anexión de Navarra y la autodeterminación... Es claro que la recurrencia del PSOE al «diálogo» resulta una broma intolerable, un insulto a la inteligencia de los ciudadanos. Lo es, asimismo, la insistencia del Gobierno en que la tregua no tiene precio político. Aún más, todos los expertos saben que el Gobierno no está menos interesado que Batasuna en la legalización de ésta. Su estrategia pasa por desbancar a UPN en Navarra y recudir al PNV en el País Vasco y para ello necesita que aquélla concurra a las próximas elecciones (en mayo de 2007) ¿Por qué, entonces, las indecisiones del Gobierno que diariamente denuncian proetarras Otegi y Permach? Todo parece indicar que, aun estando de acuerdo en cuestiones de fondo, Batasuna y el Gobierno tienen ritmos distintos. A Batasuna le requieren sus bases y los presos mientras el Gobierno tiene que ir acostumbrando al PP y a la sociedad española a asimilar los asaltos al Estado de Derecho. La buena, servil, disposición del fiscal general del Estado no resuelve los ingentes problemas que plantea el propio Estado de Derecho. Zapatero puede llegar a acostumbrar a la sociedad española a aceptar la legalización de hecho de Batasuna pero la participación en las elecciones pasa por la reconversión de la Ley de Partidos.

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