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Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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...CALLEN UN POCO>, recomendó Alfonso Guerra, presidente de la comisión constitucional del Congreso de los Diputados, a quienes consciente o inconscientemente colocan algunas chinitas en el camino, refiriéndose al camino hacia el fin de la violencia etarra. «No metan más ruido, que esto es una cosa muy complicada», añadió Guerra, antes de apostillar: «La responsabilidad de quién es, ¿del Gobierno?, pues callen un poco». No cree Alfonso Guerra que la sociedad pueda perdonar que «todos los días, los unos y los otros vengan con amenazas, el Otegi con que si el juez decide no se qué, esto se rompe; el otro con que si no se quién se ve con no se cuánto, esto se rompe..., callen un poco, hombre, no metan más ruido». Tal vez haya expresado Alfonso Guerra el mensaje que a un amplio sector de la sociedad española le hubiera gustado dirigir ayer a algunos políticos, en posiciones radical y hasta lógicamente enfrentadas, como las de la izquierda abertzale y algunos dirigentes del Partido Popular. El Partido Popular registraba en el Congreso de los Diputados una resolución referida al trato que debe aplicarse a ETA en esta circunstancia de alto el fuego permanente, y en la que no cabe diálogo, ni mesas, ni ninguna otra iniciativa hasta la desaparición de la organización terrorista, condición previa. Es la única resolución, entre las presentadas, que se refiere al llamado proceso de paz, ya tenso sin haberse iniciado, y que el PP parece reducir a la disolución de la banda. En medios del PSOE se interpretaba ayer esa iniciativa popular como la respuesta al anuncio, avalado por José Luis Rodríguez Zapatero, de que el socialismo vasco va a hablar con Batasuna para, según aclaró el presidente Zapatero, recomendarle que tome medidas para su vuelta a la legalidad. Se distancia aún más el Partido Popular del Gobierno o, desde la argumentación de los portavoces populares, se aleja el Gobierno de la unión de los demócratas frente a ETA. Decía Eduardo Zaplana que «se ha reconocido un papel de interlocución política a Batasuna, que quiebra clarísimamente la unión que todos teníamos que tener en la lucha contra el terrorismo». Y la conminación a Rodríguez Zapatero: «El presidente tiene que decidir entre someterse a las exigencias de los terroristas u optar por la unión de los demócratas». En Euskadi decía uno de los batasunos a los que el juez Grande-Marlaska dejó anteayer en libertad que ahora el proceso de paz se ve como algo irreversible, identificando su suerte personal con una cuestión de extraordinaria complejidad social, moral y política. Volverá el PP a aislarse la próximo semana en el Congreso, porque su resolución es más restrictiva para el Gobierno que la aprobada en el pasado mes de mayo, y de acuerdo a la cual, el presidente recabará de la cámara autorización para iniciar el diálogo con ETA, sin que pueda contemplarse la menor contrapartida política. El discurso 'popular' intenta siempre revestirse de coherencia, aunque a veces exagera en aras de un honor calderoniano que pocos sectores de la sociedad defienden. Y suele ser meticuloso en algunas arremetidas de extremada dureza, como al referirse ayer a la libertad de los batasunos citados por el juez Grande-Marlaska, cuyas decisiones acepta, pero añadiendo que su crítica se ciñe al papel de ministerio fiscal, que hacía innecesaria la labor y la presencia de los abogados defensores. Le va a resultar difícil al Partido Popular el camino hacia el centro, pues con el actual equipo dirigente ese regreso al centrismo de la primera legislatura de José María Aznar no se ve como posible. Y hay la sensación de que una mano mece la cuna en la que mueren inmediatamente las actitudes moderadas que ensaya algún líder popular, sea de Cataluña o de Génova. Una mano misteriosa que va impulsando al PP cada día más lejos del centro que le llevó en el ya lejano año de 1996 a la victoria electoral.

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