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Publicado por
JOSÉ MANUEL OTERO LASTRES
León

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EN FECHA muy reciente, la Unión de Actores otorgó uno de sus premios al colectivo Ahotsak (Voces de Mujeres para la Paz) y recogió el galardón, una rosa blanca, la abogada Ione Goirizelaia, entre cuyos clientes figuran, como es sabido, conocidos dirigentes de los movimientos separatistas del País Vasco. Es muy probable que las pertenecientes a este colectivo entiendan la palabra paz como el final de una guerra. Y, aunque son muchos los que opinan que no habiendo existido guerra no cabe hablar de paz, el Diccionario de la Real Academia permite que dicho grupo de mujeres se pueda mover en la ambigüedad, ya que la palabra paz posee diversas acepciones, y es la quinta: «Reconciliación, vuelta a la amistad o a la concordia». Por eso, los bien pensados podrían alabar a la Unión de Actores por premiar con una rosa blanca a una asociación de mujeres que claman por la reconciliación y la concordia entre los habitantes de la comunidad autónoma vasca. Lo que es ciertamente discutible es la persona elegida para recibir el premio. No tengo ninguna duda de que quien desempeña la profesión de abogado está, por lo general, plenamente legitimado para representar los valores que se condensan en la búsqueda de la paz. Abogar es interceder, hablar a favor de alguien. Por eso habría que calificar, en principio, como un indudable acierto que fuera la figura abstracta de una abogada la que recogiera el premio. Estimo, sin embargo, que es un total desacierto por parte de la asociación premiada designar a Ione Goirizelaia para recibir la rosa blanca que se supone que simboliza la búsqueda de la ansiada reconciliación. Porque aunque es abogada, su actuación profesional nunca se ha caracterizado por esa labor de abogar en favor de la concordia. La razón de ello es que para interceder en favor de la reconciliación no hay que hablar sólo a favor de una de las partes, sino de las dos: las víctimas y los verdugos. Y de todos es sabido que la abogada Goirizelaia siempre ha hablado solamente en favor de una de las partes, los verdugos. Por si esto no fuera suficiente, Ione Goirizelaia, en una muestra inequívoca de sus convicciones políticas, acaba de poner en duda la independencia de nuestro poder judicial, al afirmar que si el juez Grande-Marlaska ordena el ingreso en prisión de alguno de los ocho miembros de la Mesa Nacional de Batasuna citados a declarar, «será un ataque directo del PSOE a Batasuna y al proceso de paz». Alguien que hace estas manifestaciones ¿es la mujer más adecuada para representar a un colectivo que es premiado supuestamente porque clama a favor de la reconciliación y la concordia? En el país que proponen los independentistas, vascos ¿es ésta la manera en que piensan configurar las relaciones entre el poder ejecutivo y el poder judicial? ¡Asusta sólo pensarlo!

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