Justicia en el punto de mira

EL JUEZ Grande-Marlaska ha adquirido renombre por haber tenido que actuar en casos relevantes relacionados con ETA y su entorno. Antes de tomar declaración a los imputados batasunos, sectores de opinión le instaron a actuar con dureza. A posteriori, y una vez que dejó a todos en libertad (porque no tenía sentido jurídico hacer otra cosa), la horda se ha cebado en él con toda clase de descalificaciones. La inefable AVT, empeñada en hacer política en memoria de los muertos, ha asegurado por boca de Alcaraz que, en este caso, «la política entró por la puerta del tribunal y la Justicia salió por la ventana». En definitiva, el juez Grande-Marlaska habría prevaricado a presiones de Batasuna. Lo quiera o no, un juez de la Audiencia Nacional es un personaje público y sus decisiones están sometidas a la crítica, tanto técnica como política. Pero una cosa es discrepar intelectual y jurídicamente de una resolución judicial y otra muy distinta acusar al juez de incumplir su obligación conscientemente, de prevaricar, de delinquir. La AVT debería, pues, demostrar su gravísima imputación o bien atenerse a las consecuencias.